[Pasado] Social - Encuentro fortuito | Kay

El sol se encontraba en su punto más alto esa tarde, Cerrid corría a toda prisa tropezando de vez en cuando con sus piecillos, aún no se acostumbraba completamente a ser tan "diminuta" , pero disfrutaba sufrir de situaciones como esa pues le hacía sentirse normal.  Lucia como una muchacha bajita, de escasos 1.57 centímetros, no muy delgada y por el contrario, con algunos kilos de más que más allá de restarle belleza le hacían tierna y linda a su manera. Su cabello marrón se agitaba conforme andaba, despeinándose y volando al viento.

Los baches en el camino, las piedrecillas y cuanta cosa se encontraba solo hacían de su  travesía más complicada. Salto un par de veces y la falda de su vestido rojo ondeo, Cerrid estaba ataviada con uno de los uniformes de Anna , que muy amablemente le había prestado. Curiosamente tenían la misma talla ¡lo que era una suerte! y un tanto cómico, pues quien las viera juntas creería que eran familia.

Sus piernas se detuvieron una vez diviso el pequeño establecimiento. Respiro hondo recobrando el aliento, debía dejar de llegar tarde, lo tenía muy en claro...pero - Aaah - suspiro cansinamente, con la mirada gacha y algunas gotitas de sudor en el rostro. Con mejillas sonrosadas y hombros encogidos, realmente estaba esforzándose por adaptarse a ese par de piernas cortas… ¡pero que difícil era!.

Desde fuera la taberna lucia apacible, sin embargo, dentro se limpiaban las mesas y acomodaban las sillas. Mecerás y empleados intentaban que todo estuviera en su lugar, el menú del día era lo más importante y claro, la cerveza, no podía faltar. El ajetreo se vio interrumpido de pronto por la estrepitosa aparición de la señorita que tímida, y aun agitada por tanto correr asomo la cabeza tras una puerta entreabierta que tomo por sorpresa a más de uno - ¡L-lamento la demora! – exclamo sin entrar completamente, apenada por su impuntualidad.

- ¡Entra, entra! –un hombre barbudo, de gran estatura y rasgos fuertes le hablo – Discúlpate luego, tenemos muchas cosas por hacer, toma un delantal y ayuda a Anna en la cocina – La chica asintió rápidamente y entro cerrando la puerta tras de si. Dejando sus cosas de lado mientras tomaba un delantal, lo amarraba a su cintura y se encaminaba a la cocina tal y como se le había ordenado - ¡Anna! – chillo la muchacha abrazándose a la otra - ¡No quería fallarte, enserio! – lloriqueo un poco más mientras la rubia sonreía con dulzura y la daba suaves golpecitos en el hombro - hahaha no te preocupes –Anna ladeo el rostro sin dejar de sonreírle-  te conozco y sé que te estas esforzando, ¡pronto te acostumbraras! – le animo la joven levantando los puños.

Tras eso, procuraron no perder más tiempo, tendrían tiempo de platicar más tarde, cuando los clientes fuesen menos y estuvieran por cerrar. Lavaron y secaron  los platos, para luego volver con el resto, la hora de apertura estaba próxima y todos lucían ansiosos por comenzar, en cuanto la campanilla de la puerta tintineo y dio paso al primero de los clientes, la jornada de trabajo comenzó.

Cerrid se apuró a atender al próximo en entrar, necesitaba remedirse así que se esforzaría al máximo -¡Bienvenido! –exclamo con una sonrisa y un ademan - ¿puedo ayudarle en algo? ¿le gustaría algo de comer? ¿o quizás algo de tomar? -

-Ah... Vaya día más agitado...- se le escuchaba decir al muchacho pelirrojo mientras caminaba con los ojos cerrados y las manos en los bolsillos. El día anterior había sido bastante loco para el joven Kay, tanto que el descanso en la posada del Tío George no le había ayudado en absolutamente nada para recuperar sus energías... Bueno, al menos recuperó las suficientes como para ponerse de pie y caminar directamente hacia su lugar de relajación favorito, su Shangri-La, su Atlántida perdida: Una taberna. El lugar escogido fue una linda taberna ubicada en un lugar estratégico de la aldea donde todos podían verla, aunque aún se veía muy poca o nula actividad en las calles, quizá por la hora o porque fuese fin de semana, que importaba... Lo que nuestro amigo quería era beber algo y borrarse los recuerdos que se le venían a la mente de su pasado en este pueblo que ya de por sí le incomodaba. Con suma tranquilidad, el joven de cabello rojo entró a la taberna haciendo sonar la campanilla y diciendo un suave: -Con permiso- mientras que caminaba con la mano izquierda en el bolsillo... Pero fue entonces que escuchó una dulce voz proveniente de enfrente suyo y abrió los ojos: -Ah, si... Buenos dí... as...-

¿Q... Quien es esa chica?'s ost (?):

Lo primero que vio el muchacho al mostrar sus azules fue a una chica bastante peculiar: Era algo rechoncha, tenía un hermoso cabello castaño decorado con un par de perlas azules que resaltaban un rostro bello y tierno. Su vestido rojo complementaba su look de una manera ideal, haciendo que los ojos de Kay comenzaran a brillar desde el primer instante en que la vio. "-¿Q... Quien es esa chica?... Ay, no puedo creerlo... C-Creo que es la chica más linda que he visto nunca-" pensó de inmediato mientras su rostro se ruborizaba lentamente ante la angelical aparición que veían sus ojos, pero su estómago (Como para cortar la onda) lo devolvió a la realidad con un fuerte rugido que hizo que el chico esta vez se ruborizara más pero de vergüenza. -¡A-Ah! S-Sí, si... Quisiera-Quisiera algo de comer acompañado de un buen tarro de cerveza bernia, s-si no es mucha molestia- tartamudeó el pelirrojo con los ojos mirando hacia su derecha, tratando de evitar el contacto visual directo con la muchacha, sin embargo no le sirvió de mucho debido a que continuaba viéndola de reojo y grabando sus facciones en lo profundo de su mente... Pase lo que pase, el joven no iba a olvidar a esta chica tan fácilmente.

Parpadeo una, dos, tres veces, como respuesta a la curiosa reacción que el muchacho pelirrojo frente a ella comenzaba a experimentar. Se preocupó un poco, pero su duda se aclaró rápidamente en cuanto el divertido gorgoteo del estómago ajeno se manifestó, reclamando comida - oh... - le observo curiosa y luego sonrió divertida, sin poder ahogar un par de risitas que escaparon de su garganta "con que eso era" suspiro la muchacha, dando por hecho que la única razón por la que el otro se había sonrojado era porque tenía hambre y su estómago era un ruidoso.

- ¡Bien, no hagamos esperar a su estómago! - bromeo la ojiazul, mientras le invitaba a seguirla. Buscaría una mesa libre para el y tras dejarlo instalado, iría por el su pedido, claro, en cuanto se lo repitiera pues no había tenido tiempo de anotarlo y temía equivocarse  - puedes sentarte en aquella mesa junto a la ventana - le comento mientras señalaba el lugar- ¡oh! Y antes de que lo olvid...-

¿Kay?... - se escuchó en medio del bullicio- ¡Kay! -

La vocesita de Anna le hizo mirar en su dirección, solo para verla atravesar el lugar a toda prisa - ¡sabía que eras tú! ¡A-ah pasado tanto tiempo! - mascullo la rubia con emoción contenida y ojos aguados, como quien está a punto de romper en llanto - ¡Tan cruel! - chillo seguidamente tan feliz como molesta , dejando escapar un par de lágrimas, llamando la atención de algunos cuantos que, creyendo que algo sucedía estuvieron a punto de levantarse de sus asientos e intervenir - ¡N-no se preocupen, no es lo que imaginan! –   se apresuró Cerrid a explicar, con una sonrisa nerviosa pues ni ella extendía completamente lo que estaba pasando. Vio de reojo al par de jóvenes, esperando a que aclararan el asunto antes de que se involucrase alguien más, incluyéndose. Si bien el chico no parecía ser una mala persona, el hecho de que hiciera llorar a Anna era algo que le molestaba un poco y se lo haría saber de verlo necesario.

- Creo que deberían hablar en otro momento - murmuro la castaña a ambos antes de aclararse la garganta, estaba nerviosa porque les observaban - P-podríamos tener problemas de continuar aquí – agrego,  viendo de reojo a los clientes, empleados y al dueño, que desde no muy lejos les veía con reproche.

"¡Kyaaa!" dio un respingo asustada ¡Iba a regañarlas seguro! Así que sin mediar palabra, les tomo a ambos del brazo e intento arrastrarlos consigo fuera del lugar.

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Off: Referencia chafa de cerrid (para que se tenga una mejor idea de como viste), porque olvide agregarla antes: aqui~(?)

Kay se dejó guiar por la chica hasta una mesa vacía con las manos en los bolsillo y los hombros algo encogidos, su cuerpo estaba moviéndose pero su mente estaba centrada en otras cosas: "-Cálmate... Cálmate... No te dejes cautivar, tienes una misión que cumplir para el cardenal... No permitas que estas sensibilidades te amarren, solo come, bebe y lárgate de aquí-" pensaba el muchacho con una gota de sudor cayendo de su sien y el ceño levemente fruncido "-No sientas... No sientas... No tienes tiempo para esas cosas... Tienes un objetivo mayor... No te dejes llevar por algo tan primitivo como el afecto, mucho menos si es por alguien a quien no conoces-" agregó antes de que la chica nuevamente le hablara para indicarle el lugar en que podía tomar asiento... Pero en ese mismo instante, se escuchó un grito enorme proveniente de la cocina: Era Anna, la amiga de la infancia de Kay. -... ¿Anna?- preguntó el joven al mirar hacia la chica cuando venía directamente hacia él, -¡Anna! ¡Casi no te reconocí!- alcanzó a decir el pelirrojo antes de que la chica pusiera unos enormes ojos llorosos y le llamara cruel. -¡¿C-Cruel?!- preguntó el muchacho bastante sorprendido, -¡Hace 10 años te fuiste sin decirme nada y luego de 2 años volviste solo para despedirte! ¡¿Cómo crees que me he sentido todos estos años sin saber donde estabas y porque te fuiste?!- le reclamó la chica manteniendo su miradita tierna, en eso la chica que había atendido a Kay antes los tomó a ambos del brazo y los llevó afuera de la taberna.

Una vez los tres estuvieron afuera, Anna continuó con su pequeño reproche al pelirrojo: -Creí... Creí que ya no volvería a verte nunca...- dijo la chica bajando la mirada con las manos unidas frente a su pecho, -... Anna... Perdóname- dijo Kay mientras se acercaba a ella y le daba un abrazo algo apretado poniendo la cabeza de la chica en su pecho y cerrando sus ojos -No debí haberme ido así sin avisar y me arrepiento... Pero me alegro mucho de verte- agregó esbozando una pequeña sonrisa, a lo que Anna respondió sin despegarse del muchacho diciéndole: -... Tonto...-. Un par de segundos después, el muchacho abrió los ojos lentamente para mirar a Cerrid y decir: -Perdón por los problemas que pude causar en la taberna... Es solo que Anna no me veía desde hace años, Shi Ji Ji-

Sus enormes ojos siguieron la conversación, posaba su vista en uno y otro hasta que se hubieron aclarado las cosas. Cerrid suspiro suavemente descolgando los brazos, agradecida porque el re-encuarto hubiese tenido un final feliz - No te preocupes~ -canturreo la castaña con una sonrilla en los labios como respuesta al jovencito - realmente me alegra que este asunto no hubiera pasado a mayores, porque estaba dispuesta a golpearte si la hacías llorar de nuevo - agrego la mayor conservando en su labios aquella sonrisa inocente que no guardaba malas intenciones. Decidió entonces que era momento de volver a la taberna, o seguramente el tiempo perdido se vería descontado en su paga y vaya que la necesitaba...

- Me adelantare, ¡los clientes esperan! -exclamo la ojiazul elevando el puño con ánimo mientras recogía sus pasos y volvía al recinto, cruzando la puerta con rapidez mientras se acercaba a las mesas para atender a quienes aún no tenían un plato de comida o bien, una jarra de cerveza fría - ¡lamentamos los inconvenientes! - dio una pronunciada reverencia y le sonrió al sujeto sentado frente a la mesa que atendía - Por favor, dígame que desea y lo traeré enseguida - agrego mientras esperaba pacientemente. Una vez él y sus acompañantes se hubieron decidido se retiró de la mesa y fue por el burbujeante licor, además de algunos aperitivos para acompañar.

Se le notaba intranquila, de tanto en tanto (mientras esperaba que la comida estuviera lista) desviaba la vista a la puerta, esperando ver a ambos jóvenes cruzar el umbral. Quizás porque muy en el fondo no podía confiar completamente en el recién aparecido amigo de la infancia de su mejor amiga.