La luz que guía a las estrellas || Pasado - Polari, Lucy & Azael

¿Alguna vez escuchaste el “en este mundo no existen las coincidencias, solo lo inevitable; lo que está destinado a ser”? Porque la verdad es que yo sí y en estos momentos tal vez la frase no tenga mucho sentido, ¿o tal vez sí? Supongo que todo depende de cómo lo quieras mirar, después de todo, aquel sería el día que daría inicio a algo completamente nuevo para la vida de algunas personas…

Poco tiempo había pasado desde que la joven diosa había regresado de su última misión importante, la verdad es que el resultado no fue el mejor que pudo haber tenido en su vida, pero bueno… y tampoco se podría decir que era error de novato, simplemente la suerte no la había acompañado lo suficiente como para lograr una misión exitosa, no obstante le había servido de mucho como para poder salir bien librada junto con su gigantesca montaña de músculos que tanto amaba.

De camino a casa había escuchado algo peculiar, no sabía exactamente lo que era, pero había escuchado sobre la chica que había aparecido de la nada en el centro del bosque del rey hada, decían que nadie sabía cómo había aparecido y no decían exactamente bien cómo era, no obstante, a sus oídos llegó el “Posee una larga cabellera escarlata”… Bien, hay que saber que en estos momentos se jugaba al teléfono descompuesto pues esto no era cierto, la larga cabellera era un hecho, y lo escarlata… bueno, realmente eran los ojos de alguien en particular, pero esa información falsa le había llegado a Lucy y en todos esos años, era lo más cercano que había escuchado de alguien que se pareciera a su hermana mayor.

Si bien lo normal era regresar con el rabo entre las patas a su casita en el lago luego de despedirse de Azael en mitad del camino pues él debía volver a Danafor, lo que hizo en sí fue regresar por donde venía. -¡AZA! ¡AZA! ¡AZA!- Gritaba a todo pulmón mientras corría y se lanzaba con fuerza sobre el cuerpo del gigante enano, obviamente esto no le iba ni a mover en lo más mínimo, pero le sirvió para que se detuviera, al menos por los gritos. -¡Tienes que venir conmigo al bosque del rey hada! ¡Es mi hermana! ¡Es Ageha!- Agitada y emocionada al mismo tiempo, sentaba por hecho sus palabras, el musculoso le había hecho la promesa de siempre ayudarla a encontrar a su hermana y la verdad, en la inocencia de Lucy, ella quería presentarle a su hermana al hombre que amaba, una gran lástima sería cuando chocara contra muro… pero bueno, luego de aquello, se habían encaminado al bosque del rey hada y ahora se encontraban andando por el lugar, buscando a su hermana, aunque era curioso, de momento no habían visto ninguna hada, ¿cuál sería el motivo de aquello?

Su vida es un ciclo, ciclo sin fin que lo lleva de un lado a otro ayudando a las personas que más lo necesitan, dejando siempre en alto el nombre de Danafor y portando con orgullo su insignia de caballero a donde quiera que vaya, ¿Que es eso de pasar inadvertido y esconderse ante las adversidades? Algo que un Caballero orgulloso de su linaje jamás podría perdonarse hacer aun cuando se meta en más de un problema por no ser alguien bienvenido.

Todo lo anterior se contrasta por completo cuando él es pisoteado por criminales, por que sí, a pasado, aun no es lo suficientemente fuerte para hacer frente a todo mundo y a pesar de que no tenga miedo a prácticamente nada, no hace mucho recibió una paliza que aun siente en su plexo solar... un dolor muy particular y no solo hablando de lo muscular, si no que más bien es su orgullo el que se encuentra resentido... ¿Lo demuestra? Ni de coña, eso es algo que jamás va a pasar, la sonrisa va clavada a su rostro cuando se encuentra delante de otras personas, aunque... si estuviste presente en el momento crucial podrás recordar que su brillo de Caballero si disminuyo por un periodo limitado de tiempo, pero es eso una enseñanza para su orgullo, algo de lo que puede alimentarse y volverse invencible.

Su camino con el de Lucy volvería a separarse, de seguro en Danafor le estaban esperando para que se reportara luego de la misión realizada en Liones, pero la voz de su amada doncella interrumpiría su caminar logrando que olvide toda responsabilidad y se gire con cuidado -¿Ageha?- No, no la a olvidado a ella ni a la promesa que hizo para ayudar en su búsqueda, solo que todo le sorprende, ¿Como sabe que se encuentra en el bosque del rey hada?... a decir verdad, ¿Como es el bosque del rey hada? Nunca antes había estado ahí, y por lo mismo esa sería una de las razones para no negarse ante tal aventura.

¡Hermoso! Simplemente ¡Hermoso!, esa es la forma como se puede definir el bosque del rey, pero... -¿Donde están todas la hadas?- Preguntaría con una voz cargada de inocencia y es que ya te digo que seguramente están escondidas, ninguna va a querer acercarse a dos extraños y sobretodo a la enorme montaña de músculos que camina sin problema mientras su diestra acaricia el busto de la pequeña doncella que lo acompaña.

Llegar al árbol madre sin ser interceptados sería imposible, el reino de las hadas no dejaría jamás que dos extraños se acercaran tanto, además... ese lugar es el más poblado de todo el bosque. ¿Pero que es eso? No deja de ser un árbol gigantesco que se encuentran en el camino y muy parecido a lo que sería al árbol central en cuanto a estructura. En su interior se crean enormes cuevas producto de la altura de las raíces, aunque... “enormes” para cualquier hada, mira que para un gigante de tres metros eran algo normalitas y tenía que irse con cuidado dentro de ellas -¿Estás segura que es necesario investigar este lugar?- Palabras cargadas de dudas y una mano traviesa que no parece de tocar a su mujer, aunque ahora ya se había cambiado hasta sus nalgas.

-Hmmm...- Miraba atentamente a la pared de la cueva, en silencio, solo estaba yo, yo misma y mis queridas estrellas que siempre me hacían compañia -Hmmmm....- Miraba atentamente a la pared, intentando idear un plan, algo con lo cual pudiera entretenerme por algunas horas, algunos días... ¡¿Que tal el resto de mi vida si nunca iba a salir de esta maldita cueva?!. Mientras permanecía sentada en una de las raíces que parecía hacer mágicamente una comoda silla, miraba la pared intentando de enfocar mis pensamientos e intentando manifestar mi creatividad de una manera surrealista para pasar el tiempo, esta cansada... No quería seguir por mas tiempo en ese lugar, eso era algo obvio, algo de lo que ya me había quejado y reclamado, pero que sin embargo, no había podido obtener alguna respuesta por parte del Rey Hada sobre mis preguntas y peticiones en cuanto a la protección de las Zodiac Jewels.

Había decidido una cosa, y si iba a vivir el resto de mi vida en dicha cueva protegiendo algo que nadie sabia usar y que nadie había podido conseguir hasta ahora, podría decorar  aunque fuera un poco el lugar. La zona donde escondíamos las joyas era amplia, lo suficiente para poner al menos una cama, algunos estantes y cómoda, libros y talvez con ayuda de algunos clavos colocar algunas pinturas mas coloridas que el gris aburrido de las paredes de piedra que me rodeaban, lo  único de color en aquel lugar a excepción de las piedras, era mi vestido y mis pequeñas estrellas. -Con un poco de trabajo, puede que realmente esto comience a agradarme... Solo tengo que aceptarlo, sin embargo... no puedo- Mencione mientras me encogía y ocultaba mi rostro entre mis piernas, quedandome sola y absorta en mis pensamientos. Podía sentirlo, mis estrellas estaban preocupadas por mi y se me quedaban viendo... -Estoy bien, no pasa nada, algún día saldremos de aqui- Mencione acariciando a Purus, la estrella mas sensible.

Extendí mis alas que se parecían a la noche mas oscura, sin embargo, todavía brillantes, como las estrellas del cielo. -¿Que tal si vamos afuera un rato? Desde el ultimo "ataque" de ese tal bandido las cosas han estado nuevamente calmadas y nadie nos ha visitado hoy, no creo que nos haga daño, al menos llegar hasta el inicio de la cueva- Mencione con una pequeña sonrisa intentando hallar una escusa aunque mis pequeñas estrellas no pudieran llevarme la contraria,  todas me siguieron conforme salíamos de la cueva y nos detuvimos justo ahí, mirando el pacifico bosque y dejandonos acariciar por la brisa del viento, sostuve mis estrellas en la mano y las lance hacia el cielo azul -Busquen y díganme si ven algo interesante- Desde cualquier parte del bosque, se podían ver como 7 luces del color de los arcoiris salían hacia el cielo volando coordinadamente hacia el cielo.

Creo que ya se dijo, pero no importa, se vuelve a repetir, cuando ambos jóvenes llegaron al lugar, todo era extraño, y por extraño nos referimos al claro hecho de que no habían hadas en el maldito bosque tenía que tener por gran obviedad hadas de todo tipo, pero no, no había ni siquiera una mísera hada a la vista y eso era preocupante. -No lo sé… ¿qué ha pasado con todas las hadas del lugar?… ¿Le habrá ocurrido algo al rey hada o a la doncella del bosque? ¿Dónde es que se encuentran todos?- Realmente estaba muy preocupada, aunque la idea inicial había sido ir a buscar a su hermosa hermana hasta aquel bosque, la verdad es que era como decía, preocupante todo el asunto, no había un hada, las únicas explicaciones que lograba hallar en su cabeza eran que algo le habría ocurrido a alguno o ambos de los dos grandes cimientos del bosque y eso la dejaba muy descolocada.

Mientras continuaban su camino, llegaron hasta aquel inicio o ¿fin? Algo así, era el bosque central y de la verdad tenía muy mal rollo, comprendía el motivo de que su gigante enano preguntara, aunque ella solo asentía. -Aunque vinimos por Ageha, ahora tenemos que averiguar por qué no hay nadie aquí, puede ser que ahí dentro tengamos algún tipo de explicación.- Sin más, se volteaba para ver directo al interior de aquella cueva mientras tomaba un poco de valor para poder adentrarse a lo desconocido, no obstante, se sorprendería al ver salir por fin de ahí a una pequeña figura, aunque bueno, tomando también en cuenta la estatura de Lucy, muy pequeña tampoco era que digamos.

Unas… ¿estrellas? ¡Sí, unas estrellas! ¡Eran estrellas de colores! Aquellas cosas coloridas salían disparadas de la cueva, aunque parecían haber estado acompañando a aquella hada albina, si bien al inicio fue shockeante para Lucy, ahora se encontraba mejor. -Di…disculpa… es… ¿estás bien? Sabes… ¿Sabes por qué no hay nadie más aquí?- Si te preguntas de por qué el cambio tan drástico entre el hablar claro con Azael y el ahora tartamudear con la hada desconocida, pues simple, a Azael le conocía hasta el alma y la contraria era una desconocida, aunque claramente se interesaba por ella en el sentido de querer ayudarla si algo malo le ocurría, por eso intentaba acercarse, aunque tropezaba en el intento y bueno, del suelo no iba a pasar, aunque seguramente una raspadura sí que iba a tener por la torpeza de la misma, pero nada más, además, eso no le importaba ahorita a la rubia, lo que quería era ayudarla y saber por qué no había nadie en el lugar.