Luces Y Sombras | [Pasado] | Lucy

El día caía cercano a la media noche. El azul prístino y etéreo brillo que la luna llena reflejaba en el calmado lago inundaba el ambiente de un sinuoso misticismo. Grande e imponente, sus cercanos pobladores lo veneraban por sus dones y respetaban por sus peligros. No obstante, desde hacía un tiempo aquel lugar se sentía más mágico que nunca. Como si una presencia cuya pureza otorgase serenidad a todo aquel que rondase la zona. Altivo y callado se plantaba ante aquella inmensidad un muchacho que apenas aparentaba unos veinticinco años, cabellos blancos y perilla incipiente. Él contemplaba la quietud del lago, sabía que allí había algo que se escapaba de su conocimiento, de su entendimiento. ¿Pero qué? ¿Qué podía escapar del delicado entendimiento de Blast?

Dejaba que sus cabellos se mecieran por las brisas que el viento batía con ligereza. — ¿Dónde estás…? — Dijo entre susurros, susurros que se llevó el viento y que ni los más finos oídos serían capaces de apreciar. Su mirada permanecía impasible y fija en el agua. Hincó rodilla y estudió con detenimiento el agua. ¿Se trataba acaso de una criatura marina? ¿Algo del reino de los demonios? No… No podía significar algo así, aquello era puro, tan puro que le incomodaba. No había forma de que pudiera encontrar la respuesta a todas aquellas preguntas en su mente y aquello lo enturbiaba.

Elevó nuevamente su cuerpo y dirigió entonces sus ojos al bosque. Liones era un reino fabuloso y la magia hervía por los cuatro costados. Pero aquello resultaba mucho más intrigante que la magia, que cualquier poder oscuro o que cualquier maleficio de brujo de salón. Quizá perdía el tiempo y era una insignificancia más del mundo, tal vez no debía prestar atención a minucias semejantes. Había asuntos más apremiantes en su haber, su existencia tenía que responder ciertas cuestiones que ni siquiera habían sido planteadas hasta el momento.

A fin de cuentas, todo aquello parecía carecer de importancia, pues nada parecía revelarse. Había pasado horas allí. Lo único que lo retenía era aquel hermoso cielo estrellado, despejado totalmente de nubes, polución o un mínimo de contaminación. ¿Tal vez por la propia presencia? Lo desconocía, pero la luna estaba realmente brillante y las estrellas parecían tener más cosas que revelar, desatinos que Blast era incapaz de leer, o quizá no estaba interesado en leerlos. Fuera de cualquier modo, en aquel pintoresco lugar se sentía bien.

La tarde se hacía presente, o ¿tal vez debería de decir la noche? Supongo que esto último era lo más correcto de todo. La regordeta luna se hacía en notar en el firmamento oscuro de la noche acompaña, o ¿tal vez adornada? Por las estrellas que diversas constelaciones formaban. En aquella callada noche la paz imperaba por todos lados, quien se asomara al lago podría ver tan claro y cristalino su reflejo en el agua como inclusive, sentir que en el mismo cielo se encontraba y la luna podría llegar al palpar, no obstante, grande sería la desilusión al comprobar que únicamente el agua podrían llegar a tocar… todo un lamentable hecho.

Normalmente, a tal hora de la noche ya entrada, la diosa de rubia melena corta ya estaría durmiendo plácidamente sobre su el suave y reconfortante colchón de su bien adornada cama, no obstante, aquel día parecía ser distinto, por azares del destino, pese a haberse ido a acostar a la hora acostumbrada, el sueño no la lograba abrazar, horas enteras estuvo así cambiando de lugar y posición en aquel blando colchón, no obstante, parecía que el sueño jamás la alcanzaría, este era el motivo principal por el cual, descalza y con el ligero camisón de dormir, simplemente se levantaba con tal gracia y delicadeza para comenzar a andar, ¿el calzado lo había olvidado? En efecto, cosa realmente extraña, pero parecía no importarle en lo absoluto a la diosa.

Uno pensaría que la diosa simplemente tomaría una vela para alumbrarse en el camino nocturno, no obstante, esto no sería del todo cierto, si bien era lo más fácil que cualquier persona podría hacer, Lucy salía como si nada de su casa, una cabaña completamente de madera, cálida y acogedora por dentro y posiblemente un tanto pintoresca por fuera.  A un par de pasos, sintiendo el verde pasto debajo de la planta de sus pies, al redor del cuerpo de la chica comenzarían a aparecer un montón de lucecitas las cuales parecían ser luciérnagas, aunque sinceramente daban más la impresión de ser estrellas que habían bajado del mismo firmamento para hacerle compañía ahora a la diosa realzando aún más su belleza, ¿la luna se pondría celosa de eso? Es un enigma total. Su caminar andaba, se encontraba tranquila y serna, por lo mismo es que comenzaba a cantar vagamente un poco, una melodía tan dulce y relajante como la misma expresión de la chica.

El demonio acompasaba su lenta respiración con los cambios en la brisa del viento, casi fusionándose con la propia naturaleza – algo más propio en la raza de los nobles druidas que de los infames demonios – pero él nunca había sido un sujeto como los demás y a estas alturas de su vida ya no lo sería. El viento arrastraba consigo una suave y dulce melodía, el vello de la nuca del peliblanco se erizó parcialmente. ¿Por agrado? ¿O quizá por desconcierto? Tan solo sus impertérritos pensamientos podrían revelarlo, algo que su impasible rostro no permitiría. Creyó estar solo en todo momento, exceptuando los durmientes animales de los alrededores, no creía que ningún otro ser fuera capaz de rondar las cercanías

Se equivocaba. Aquella melodía, aunque poco audible, pertenecía a un ser capaz de gesticular palabras. O quizá se trataba de algún sortilegio preparado por algún brujo o bruja para atrapar incautos. No estaba seguro, aunque tampoco lo temía. Su oído no era tan bueno como para percibir de qué se trataba en realidad. Oteó el boscoso lugar buscando la procedencia del sonido, aunque el sonido de la brisa contra la hierba entorpecía hallar la localización. Blast se movió, avanzó como un felino sobre la hierba, imposible de ser descubierto por un humano corriente, incluso para alguno de más extraordinaria procedencia encontraría dificultades en apreciar su movimiento.

Se encaminó con presteza al lugar del que creía haber oído tal melodía. Sería una importante decepción llegar y encontrar que se trataba de alguna clase de pájaro extraviado de su zona de origen. Sin embargo, en la mente del demonio no cabía aquella posibilidad. La vegetación estaba más viva que nunca, a pesar de la nocturnidad podía sentirse. El aire era más fresco de lo habitual – si es que aquello era posible – y los pulmones se sentían revitalizados en cada inhalación. Podría haber buscado allí durante horas, al menos hasta que el brillante sol volviera a azotar con toda su justicia las tierras de Britannia. Sin embargo, localizar una presencia inusual – para él – no le llevo tanto tiempo.

Allí la halló. Pequeña y menuda. Una doncella danzante por el bosque, rodeada de pequeñas lucecitas que parecían corresponder al vientre de las luciérnagas. ¿Una druida, quizá? No. No podría tratarse. Ni un espíritu del bosque. Ni siquiera un hada. Blast la miró con curiosidad a pesar de su habitual impasibilidad. Debía dejarla marchar, seguir su propia senda y no interponerse en el camino de la joven, y fue incapaz. La melodía provenía de los labios de aquella criatura y algo en su interior le movió a dejarse ver. Se situó a paso lento a poca distancia del ángulo de visión de la joven de cabello dorado. Clavó sus pupilas en los ojos de la chica mas no mostró emoción alguna en el rostro. Ella vestía un fino camisón que parecía ser de seda, completamente descalza y despreocupada. Entonces habló el demonio con voz edulcorada, aun dejando cierto matiz de misterio en sus palabras. — El bosque es demasiado peligroso para que una niña lo atraviese a altas horas de la noche. — Se notó un claro matiz en la palabra peligro. — Deberías regresar a casa. — Ahora que todavía podía. Aunque parecía tratarla como una humana, bien sabía que no lo era, mas no lograba descifrar que tipo de criatura tenía ante sí

Su suave andar prevalecía, su dulce voz se mezclaba en el viento llegando a lugares donde la diosa ni se imaginaría, en aquel momento no se sabía si era ella o la luna quien más brillaba y lograba tranquilizar a quien le viera. Aquel canto simplemente arrullaba a los animalitos que andaban cerca, obvio ya dormidos, dejándoles una sensación inmensa de paz y tranquilidad, haciéndolos sentir protegidos en todo momento; por su parte, Lucy únicamente iba cantando la canción que de pequeña su hermana le había enseñado para cuando no podía dormir… lo que daría por escuchar ese canto una vez más viniendo de Ageha.

¿Te cuento algo curioso? Por un momento, si prestabas realmente mucha atención, pareciera como si la misma diosa la luz cálida comenzase a emanar, lo cual no sería muy raro que digamos tomando en cuenta su poder, pero tampoco era el caso literal que aquello pasara… ¿podríamos decir que era un efecto visual muy peculiar? Pues… podría ser, la verdad, creo que tendrías que estar realmente muy cerca de Lucy para poder comprar aquello.

Entre su canto, su suave andar y la tranquilidad que el mismo viento le generaba al acariciar su piel, jugar con su cabello y el camisón, nunca pudo percatarse de una presencia externa ni mucho menos del “ruido” que este generaba al irse acercándose; con los ojos cerrados por un par de segundos mientras entonaba la parte que consideraba ella más emotiva de aquella canción, al abrir sus ojos, estos se toparon con los de aquel desconocido, era alto, pero conocía a alguien más alto que él, pero ese detalle tal vez no importaba tanto, simplemente le dedicó una suave sonrisa mientras continuaba su cantar, mirándolo fijamente a los ojos hasta concluir la canción.

Las palabras que el contrario le dedicaba le hacían sentir una extraña felicidad la cual externaba sonriendo aún más con esa dulzura inocente tan característica de la diosa. -Es que no vivo muy lejos de aquí… aunque me hace feliz que sientas preocupación por mí.- Respondía de aquella forma tan amable y cariñosa, era casi como si ignorara el hecho de que era un completo desconocido y que el “peligroso” podría ser él, aunque en sí, la diosa no le temía al peligro normalmente. -¿Te has perdido? ¿No estás herido? Si necesitas algo, puedo ayudarte, ya es muy tarde y no me gustaría que algo malo te pasase.- La preocupación no tardaba en llegar, era algo habitual en Lucy, preocuparse más por el prójimo que por ella misma, querer ayudar a todos siempre que estuviera en sus manos, e inclusive cuando no, igual lo intentaría por el medio que fuera posible.

La doncella cantarina finalizó su canción y dibujó una sonrisa en los labios. Blast no había visto una expresión como aquella en todos sus años de vida. Lo cual resultaba desconcertante, pero sus palabras rompieron cualquier esquema que el demonio pudiera haber construido mentalmente. Lejos de mostrarse asustada, agitada, o quizá un mínimo de preocupación parecía feliz. Y sus palabras confirmaron aquello. ¿Preocupación? — Eres pura inocencia. — Afirmó en voz alta como si aquello fuera un descubrimiento.  Y, a decir verdad, lo era. Aunque tal vez fuera una inocencia fingida no lograba detectar nada que le indicase aquello. Parecía real, terriblemente real. Blast mantenía la mirada fija en la chica, la estudiaba con detenimiento, le parecía algo prodigioso y su curiosidad rugía con fuerza.

Empezó a caminar hacia ella con calma mientras respondía esbozando una leve sonrisa. — ¿Te parezco el tipo de persona al que pueden herir? — Aquella extraña preocupación le resultaba incluso divertida, aunque a decir verdad nadie lo había tratado así, posiblemente jamás. Encorvó su espalda para poder acercar su rostro al de la joven. Necesitaba verla más de cerca. Inhaló para sentir el olor de la chica, nada de aquello tenía lógica. ¿Qué era? — No hay temor en tu mirada. — Confirmó una vez hubo estudiado sus ojos. — Todo a tu alrededor está calma. — Prosiguió con las afirmaciones. — Y aun así sigo sin saber lo que eres. — En un principio no iba a decir aquello, pero no esperaba una reacción así. Se enderezó nuevamente retirando la mirada intensa que había mantenido hasta el momento.

Se dio la vuelta y comenzó a alejarse de forma tranquila. — No te acerques a mí, no te conviene. — No quería seguir por voluntad propia cerca de ella, la doncella de cabellos dorados parecía ejercer algún tipo de magia involuntaria sobre todo lo que se encontraba a su alrededor. Resultaba excitante, pero él siempre era capaz de controlar sus impulsos. Además, ella no se había sentido amenazada en ningún momento, no había entrado a formar parte del papel de víctima, no podía verla como una presa perdida por el bosque. El “cazador” no atentaba contra criaturas de noble corazón, no al menos sin un motivo justo. Si esto fuera un cuento, Caperucita Roja acababa de entrar en las fauces del Lobo, solo que en esta ocasión el Lobo la había dejado salir sin darle un mordisco, no convenía tentar mucho más a la bestia. Él puso rumbo nuevamente al lago, quizá la luna llena le diese las respuestas que le faltaban para completar el puzzle.

A pesar de que el demonio solía ser un tipo bastante cerebral, con aquella chica había sentido impulsos bastante viscerales. Algo que no le ocurría desde que era un crío que se dejaba llevar por sus emociones, aquello le trajo a la mente ciertos recuerdos de sus días de dolor. Lo que resultaba completamente contradictorio con el aura que la joven emitía. Ese torrente de sensaciones lo ponía furioso y aun así mantenía su singular expresión facial, inescrutable para todo el mundo.

Confusión, eso se vio plasmado casi al instante en el rostro de la diosa la cual ladeaba su cabeza y parpadeaba ligeramente un par de veces al no comprender lo que se le decía, ”¿Pura inocencia?” No es que no comprendiera el significado de ambas palabras, y tampoco es que no lo fuera, solo que, mientras se repetía aquello entre pensamientos, intentaba comprender el significado de aquello, era como si a alguien le pusieran enfrente la roca más gigantesca del mundo y dijera que lo único que ve es una pared bloqueándole la vista… a algo así se le podría comprar pues era tan lenta y torpe que la chica no comprendía lo que se le decía.

Miraba fijamente al contrario y simplemente parpadeó haciendo un apenas perceptible movimiento de cabeza a manera de afirmación, estuvo a punto de hablar cunado notó más cerca de ella el rostro del contrario, aquel acto la tomó por sorpresa, dio un pequeño salto y de golpe se sonrojó ligeramente ante la proximidad del desconocido mientras lo veía completamente sorprendida. Intentó hablar un poco, aunque se había puesto ligeramente nerviosa y únicamente alcanzó a balbucear, no sería hasta poco después que lograría tranquilizar sus nervios. -¿Sabes?… Todos podemos ser heridos en algún momento y de diversas formas… algunos en mayor medida y otros no tan grave… pero todos en algún momento podemos ser heridos…y yo no quiero que tú vayas a salir herido si yo puedo hacer algo.- Concluía mientras veía al chico alejarse, ¿se habría ofendido? ¿Sus palabras le habían hecho sentir mal? No estaba segura de aquello y de ser ese el caso, se sentiría profundamente mal pues nunca buscó generarle esa sensación al desconocido.

Las palabras del desconocido una vez más no las comprendía, simplemente veía cómo se acercaba cada vez más al lago y por puro acto reflejo, los delicados pies de la doncella comenzarían a moverse en la misma dirección, a paso lento y calmo, como si no hubiera algún tipo de preocupación en la vida, y es que hasta cierto punto no la había, solo que no comprendía lo que ahora sucedía. -¿Convenirme? ¿Cómo puedes o no convenirme?… ¡Eso lo tengo que decidir yo!- Tras el par de preguntas, una pequeña pausa entre las palabras de la chica para terminar un tanto energética, aunque más que nada, parecía una niña pequeña decidiendo cosas o similar, algo completamente tierno si lo veías desde cierto ángulo, es que al menos, al parecer de Lucy, el si alguien, situación o persona convienen o no a otro alguien, eso ya es cosa de cada uno, algo que se debe experimentar y decidir por sí mismo, tal vez solo era su yo orgullo quien hablaba en aquel momento, pero genuinamente sentía que eso solo era algo que ella podría decidir tras conocer a otra persona o situación.

El rubor en las mejillas de la dama al acercarse no le hizo sentir mayor dominancia en la situación. Pues no podía controlar aquello que no entendía, pero sirvió para comprobar la calidez que la jovencita desprendía. La joven dio una explicación bastante coherente sobre lo que podría ocurrir, sin embargo, aquella respuesta lejos de molestarle o incomodarle causó gracia en el demonio. Le parecía divertido que alguien se preocupara por él en ese aspecto, lo que mezclado con el increíble descubrimiento de encontrar a alguien de puro corazón refrenaba sus planes de experimentar con la criatura. No deseaba dañarla. Al contrario. No es que quisiera convertirse en un fiel protector de la dama, no había llegado a aquel punto, pero prefería dejarla a su libre albedrío. Si realmente era tan pura como pensaba, el mundo debía disfrutar de aquella chica y él no debía interponerse ante aquello.

— ¿Y qué podrías hacer tú ante un poder capaz de herirme? — Preguntó divertido mientras se retiraba, no esperaba una respuesta real a aquella pregunta, pues creía que poco más que instarle al agresor que detuviese su daño sobre el demonio era lo que aquella muchacha de cabellos dorados podría realizar. El desconocimiento sobre las capacidades de ella era evidente, por ende, no resultaba extraño que un tipo con la arrogancia de Blast pudiera subestimarla en un momento dado. Verla en camisón y descalza no la procuraba precisamente de una apariencia poderosa. Más allá del velo de misterio que la cubría – y no era poco – no encontraba un poder ofensivo en ella, menos aun con el comportamiento que mostraba, parecía ser un ángel del mismísimo cielo. Algo quimérico para la mente del demonio.

Se detuvo al oír alzar la voz a la joven. — ¿Decidirlo tú? — Dio media vuelta encarando nuevamente aquellos dulces ojos azules. — ¿Cómo podrías? — Empezó a avanzar nuevamente y con paso relajado hacia ella hasta detenerse a poca distancia y volvió a encorvarse para acercar su propio rostro al de la joven. — ¿Eres consciente del atuendo que has decidido ponerte? ¿Y de tu atractivo físico? — Disparó aquellas preguntas sin dar tiempo a respuesta. — Eres joven. Asumo que delicada y posees un buen cuerpo de mujer. — Respondió él para aclarar su pregunta. — Todo un manjar para grupos de violadores, asaltantes y otro tipo de hombres que pueden rondar en los bosques. — Le cedió de nuevo su espacio vital alzándose en toda su altura. — No soy uno de éstos. — Repuso para restar importancia a aquello. — Pero podría ser alguien mucho peor. — Clavó entonces su mirada en las pupilas de la chica, analizándola en lo más profundo de su ser. Necesitaba saber cómo reaccionaría ante aquello, ¿todavía quería seguir estando cerca de él? ¿O ya había decidido que no le convenía?

No era como que la diosa, tras dar su explicación respecto a heridas y similar esperase que el contrario quedase asombrado con su hablar o las explicaciones que le daba, a final de cuentas no es como que pensase más allá del momento exacto en el que decía todo eso, eran palabras que siempre le salían del corazón en todo momento, así que el premeditar lo dicho o esperar alguna cierta reacción en especial por parte ajena, eso se escapaba por completo de sus manos y nunca había sido contemplado, por ello mismo es que cuando este le formuló aquella pregunta, simplemente cerró sus ojos con suavidad mientras le sonreía. -Cuidarte… protegerte… curarte… eso es algo que puedo hacer si alguien viene a herirte.- Con suavidad respondía al momento que sus brillantes ojos se abrían, en su pecho no había duda de sus palabras, era capaz de todo aquello y lo sabía muy bien, por lo mismo, no dudaba ni mentía al decirle lo que haría en determinado momento.

Por lo visto sus palabras habían generado una reacción en el ajeno, y eso era de esperarse, uno no puede ir por la vida pensando que cualquier cosa que se haga  no tendrá ninguna reacción en el entorno o en otros, y este era un claro ejemplo puesto que el joven se volteaba para verla, esto un poco la tomaba por sorpresa, sobre todo cuando se acercaba y empezaba a hablar, no obstante, era como si no comprendiese lo que se le decía, al menos respecto a su cuerpo inicialmente, eso solo la hacía sonrojar un poco y es que lo dicho, no lograba comprender qué tenía de malo su cuerpo o la ropa que usaba, inclusive cuando se le decía respecto a los violadores, para ella su ropa era normal, si bien era muy liviana y ligera, que en ocasiones por reflejo de la luz podía resultar traslucida en algunas partes, bueno… lo era y ya, pero del resto, ella no la veía mal, es que realmente, ella no veía mal nada, no poseía esa malicia o similar que le permitiera ver otros ojos lo que existía en el mundo, obviamente sabía que había cosas buenas y malas en el mundo, pero no era capaz de distinguir esa malicia en cosas tan normales para ella como lo eran su ropa para dormir o similar.

Por un momento parecía como si la chica pensara su respuesta, pero realmente no lo hacía, simplemente intentaba comprender todo lo que se le había dicho, no obstante, había algo que sí había captado al instante y fue lo que le hizo sonreírle con calidez de vuelta al ajeno. -Pero… acabas de decir que no eres ‘totalmente malo”… entonces… ¿por qué tendría que alejarme de ti?… en este mundo no creo que haya alguien completamente malo… todos tienen algo bueno, bondad, algo… ¿por qué le daría la espalda a alguien así? Yo creo…que todos merecemos una oportunidad de ser tratados como personas y no simplemente juzgar a la ligera, todo mundo tiene derecho de conocer y darse a conocer con más gente y si somos capaces de lograr eso, nos podríamos dar cuenta de que realmente, no hay nadie completamente malo, solo que es… posiblemente incomprendido.- No sabía si se había logrado expresar bien, si eran o no entendibles sus palabras, pero lo que sí sabía es que había trasmitido sus sentimientos tal cual se encontraban en su corazón y de eso no le cabía la menor duda.

Por primera vez desde hacía mucho tiempo los labios de Blast dibujaron algo parecido a una sonrisa, no se trataba de un mero alzamiento de una o ambas comisuras. Su boca se curvó ligeramente ante las palabras de la jovencita. — Siento que si paso un segundo más contigo acabaré corrompiéndote. — Tenía agallas la doncella. No cualquiera estaba dispuesto o dispuesta a jugarse la piel por una persona que no conocía, o en este caso, que acababa de conocer. Era realmente pura pues no había un solo matiz en sus palabras que indicase mentira alguna. Su rostro era sincero y sus ojos brillaban con cada palabra que decía. Eran de corazón, de un corazón puro e inmaculado. Por ello eligió aquellas palabras.

Su sonrisa no tardó mucho en desvanecerse del rostro para retornar a su habitual impasividad. Ella dedicó un pequeño discurso sobre lo que pensaba respecto a lo que había dicho el demonio anteriormente. Pudo escuchar su voz en todo su esplendor. Era una voz dulce y melodiosa, a decir verdad, transmitía muchísima paz y calma. Reconfortaría corazones que se vieran envueltas por la oscuridad y las tinieblas y apaciguaría a aquellos que necesitasen consuelo. En Blast causaba un curioso efecto. No se sentía más calmado – no más que de costumbre – sin embargo, a pesar de que en un primer momento quiso marcharse pues sabía que aquella chica era demasiado buena para alguien como él cuanto más la escuchaba hablar más difícilmente se le hacía volver a dar media vuelta y desaparecer. Él solía dejarse llevar por sus impulsos, así que… ¿Por qué resistirse en esta ocasión?

— ¿Ves en mí a alguien incomprendido? — Aquello le producía especialmente curiosidad, nunca nadie lo había tratado como una persona con la que pudiera tener una larga conversación más allá de las trivialidades puntuales del día o para compartir alguna noticia proveniente de alguno de los reinos vecinos. Ella hablaba con el corazón y trataba de conectar directamente con el corazón de la otra persona, algo insólito para el demonio. — Permíteme. — Sin aguardar respuesta se acercó más a ella y la alzó del suelo, tomándola entre sus brazos como si se tratase realmente de una niña pequeña. Blast tenía unos niveles de fuerza dignos de su especie, pero aquella chica pesaba menos de lo habitual, parecía estar hecha de una sustancia más liviana. ¿Por su propia pureza? — Te mostraré lo que es la premura. — Le susurró al oído con voz suave.

Sus piernas comenzaron a moverse a gran velocidad, dejando atrás aquella arboleda. Atravesó el lago de un extremo a otro sin hundirse en el agua, todo gracias a la propia inercia de la fuerza que poseía en las piernas y a sus habilidades demoníacas. Se introdujo con ella en la arboleda siguiente y subió una pequeña loma. Había recorrido unas pocas millas en apenas unos cuántos segundos, sin un jadeo y sin sudar. Mantenía entre sus brazos a la pequeña doncella intacta y con dulzura la depositó en el suelo. — Ven, mira ahí abajo, tengo algo que mostrarte. — Dio un par de pasos y se detuvo para que ella pudiera acercarse, la loma que habían ascendido poseía un descenso mucho más pronunciado y al final de la misma había algo parecido a un campamento improvisado. En él había una hoguera encendida y tres hombres de aspecto rudo, tenían con ellos a una chica, una joven de unos dieciocho años – sino menos – atada con cuerdas de pies a cabeza maltrecha en el suelo. — Dime, dulce dama del bosque. ¿Qué juicio te ofrecen esos hombres? —

Parpadeos una vez más, si te preguntas el motivo te diré que realmente es algo muy simple, no comprendía aquello de corromperla, en su cabeza eso era imposible y no, no porque creyera que era la más poderosa del mundo o similar, que vale, cuando estaba en misiones sí que lo llegaba a creer, pero aquí es todo distinto, así que no comprendía de qué forma podrían corromperla o similar, de hecho, en su cabeza no lograba asimilar la palabra ni darle realmente un significado, era como si toda su vida hubiera ignorado que esa palabra podría llegar a existir o que existía, por lo mismo se encontraba completamente confundida.

Vio fijamente al contrario y escuchó atenta la pregunta, más no tuvo tiempo ni oportunidad para poder responder aquello, como si fuera una niña pequeña fue levantada, está de más decir que no se sorprendió y más que nada, sonrojó por lo repentino del acto y la cercanía entre ambos cuerpos, cuando pudo reaccionar, estaba en la cima y por lo visto había una especie de barranco o similar, ahí abajo estaba una joven que claramente muy bien no la pasaba y otros tipos, aquello le causaba tristeza, tristeza por todos, por la chica y por los otros hombres que si bien parecían “pasarla bien”, tener un momento agradable, la joven diosa no lo sentía del todo así.

Escuchó atenta lo que le decían, pero para este momento, la tristeza que la inundaba, en sus ojos se había acumulado y de estos azules brotaban cristalinas lágrimas al ver aquella escena que tenía frente a sus ojos. -Todos están sufriendo… ninguno ha pasado un buen momento…- Con trabajo lograba hablar de manera entendible pues el llanto le podía más haciendo que la voz se le pusiera temblorosa y en ciertas partes, se le fuera por completo. -Esa pobre chica ha sido capturada por esos hombres… pero esos hombres… seguramente no han tenido una vida fácil… pese a verse felices… tuvieron momentos duros que les han llevado a cometer estos actos…- Mientras más hablaba, la joven diosa más lloraba, las lágrimas fluían cual cascada y simplemente dejaba caer su peso en el suelo, las piernas se le habían aflojado y ahora se encontraba desmoronada sobre el pasto, llorando realmente triste, como si se hubiera muerto algún pariente querido o similar, su tristeza era tremenda y mientras lloraba, intentaba pensar en la mejor forma de poder ayudar a todos aquellos a los que veía, aunque de momento no se le ocurría algo en concreto.