¡Deshaz el hechizo! || Presente || Misión D - Lucy & Azael

¿Cuánto tiempo habría pasado desde aquel extraño y tan peculiar encuentro? De Danafor se había llevado un gigantesco recuerdo que hasta la fecha no sabía cómo tomárselo, le causaba tanta confusión que por mucho tiempo, el recuerdo siempre le seguía llegando, ¿acaso se había traumatizado o era alguna especie de enfermedad similar que tenía que ver con la mente? Lo desconocía, aunque esperaba y según criterio propio, no lo era, y mira que de medicina la chica realmente sabe, pero ese no es el punto en este momento, solo te daba un pequeño y vago recuento de un suceso que sin duda alguna la marcó en gran medida.

Volviendo a este presente, Lucy Balchder es alguien completamente distinta a la que te puedes topar dependiendo del momento y la situación, en esta ocasión se encontraba esperando junto a la fuente central de la ciudad real de Liones a quien se suponía sería su compañero, realmente ignoraba quién sería, solo sabía que era alguien de otro reino, pero desconocía si era de Danafor o de Camelot, y aquí entre nos, realmente la chica esperaba que fuera de Camelot, ¿algún amor del pasado? No, solamente que estaba deseosa de toparse a gente de su reino, su amado reino al cual deseaba volver pronto con su hermana, pero bueno, eso ya es otra historia.

Había un gran reloj cerca del lugar, habían varias parejas y unos cuantos niños corriendo alegres, y ahí, justo enfrente de la fuente y recibiendo en su máximo esplendor los rayos del sol, se encontraba Lucy, miraba por todos lados, pero no veía realmente a quien podría ser con quien realizaría la misión de encontrar a quien osaba enamorar personas para beneficio propio, y solo comenzaba a impacientarse, sentía que la hacían esperar, pero luego por su mente pasaba la idea de ”¿Hacerme esperar? ¿Y quién lo decidió? He llegado antes que mi compañero para poder absorber luz, nadie nunca me hace esperar.” Y sí… realmente ese era su pensamiento y lo creía muy firmemente, su expresión era distinta a la que en situaciones normales se le conoce, ahora era más bien sería, con ese aire arrogante y de superioridad ante todo mundo, esperando realmente a que pronto aparezca su compañero, aunque era algo que ella misma no se creía como una espera tal cual.

Información:

¿Por que mandan a un gigante pervertido a una misión de este tipo? ¿Acaso nadie pensó que si el culpable es una chica, Azael puede llegar a enamorarse? La verdad de porque los altos mandos de Danafor decidieron mandar al coloso, es porque él ya se encuentra enamorado de una sola persona y a pesar de que es un pervertido, lo definen como una especie de picaflor, puede mirar de un lado a otro pero jamás se va a interesar por alguien por más de dos segundos, ya que sus sentimientos más profundos solo son de una mujer, una que ni siquiera sabe lo que él siente y es más... puede que tampoco se acuerdo de quien realmente es él, aunque... ¿Como vas a olvidar a un tipo con tal tamaño?

-Debo aceptar que las mujeres de Liones son muy bellas- Hablaba en su altura, allí donde solo él podía escucharse, ese lugar en el que contempla todo desde las alturas y ningún escote se salva de ser analizado. ¿Por que el punto de encuentro tenía que estar lleno de parejas felices? Él también quería ser parte de ese mundo de felicidad y para su suerte... si... ¡Bendita suerte! ¡La doncella de sus sueños estaba justo ahí! Y ya te digo, a pesar de ser un coloso de 2 metros, no tardaría ni medio segundo en posarse delante de ella eclipsandole cualquier rayo de luz existente.

-¡Oh mi hermosa damisela! Quien diría que una misión me permitiría volver a verte- Su voz era como la de un trovador, pero su diestra hacía lo suyo y estoy seguro que ya sabes a lo que me refiero -Siguen tan suaves y esponjosas como la última vez- No importaba si había gente o si lo tildaban de pervertido, él no iba a desaprovechar el momento de volver a tener entre sus manos esos pechos que lo habían vuelto loco a tal nivel de obsesionarlo.

No hacía mucho acababa de ver la hora en aquel gigantesco reloj, sus ojos azules recién se posaban sobre la fuente que tenía frente a ella y justo comenzaba a girarse para ver si aparecía alguien que pareciera que fuera a hacer la misión sigo cuando ¡BUM! Un gigante muy enano se encontraba justo frente a ella, su melodiosa voz pudo haber hecho enloquecer en cualquier momento a Lucy y hacerla sonrojar muchísimo como la primera vez de su encuentro, pero eso solo si no fuera porque se encontraba en modo misión y aquí no reaccionaba más de aquellas formas, en cambio, su rostro se veía serio, tal vez muy serio, y si te fijabas realmente bien, se podía apenas percibir el sonrojo sobre sus blancas mejillas, no hacía realmente nada para evitar que le dejaran de tocar su pecho, simplemente lo miraba fijamente a los ojos.

-…- Parpadeó lentamente y al abrir los ojos mientras continuaba viendo fijamente al contrario -He decidido que no te vas a enamorar.- Con solemnidad sentenció aquello, decidió por cuenta propia sobre el corazón ajeno, aunque, ¿a qué se refería? ¿Qué le quería decir? Su expresión era seria, fría y lo más “vivo” en aquella expresión arrogante era el sonrojo que aún permanecía en sus mejillas, ¿es que acaso le prohibía enamorarse de ella? Pues no, la verdad es que esa idea ni le pasaba por la cabeza a la chica, sus palabras iban más que nada enfocadas en que el grandulón no debía de caer bajo el hechizo de amor que mantenía a todos cautivos y les hacía cometer locuras por aquella persona que los hechizaba.

Tras sus palabras, simplemente se dio media vuelta y sujetó la mano diestra para que siguiera, de una forma u otra, tocándola mientras comenzaban a caminar, lo cual era extraño a cualquiera que lo viera, ya fuera que estaría caminando mientras aún manoseaba el pecho de la chica o ahora sus nalgas, ella llevaba su mano sobre la ajena, aunque tal vez esto era debido a que quería que por cualquier medio lo siguiera, su mente estaba en modo misión y era en lo que se enfocaba, en buscar a quien hechizaba personas y bueno, por lo visto ya tenían un indicio, de una de las calles se escuchaban unos gritos como si de una fanática loca se tratase, una muy enamorada y es que así era, si comenzaban a correr o apurarse, luego de caminar por toda esa larga calle, llegarían a una explanada donde había una gran conglomeración de gente, hombres y mujeres, aunque más que nada eran mujeres y los pocos hombres que habían realmente eran unos travestis, así que digamos que era puras “mujeres” las cuales estaban completamente rendidas ante los supuestos encantos de un tipo que se encontraba hasta el centro de todo aquel grupo.

Había algo diferente ella, si... definitivamente su rostro no era tal y como lo recordaba, ¿Acaso estaba enojada con él? Es lo más posible, a fin de cuentas a toda mujer le incomoda que toquen su cuerpo sin su permiso. ¿Lo peor de todo? Estoy seguro que ya sabes a donde quiero ir con esto y es que lo peor llegaba con la frase que Azael era recibido... “No te enamores de mi”, de alguna extraña forma así era como lo había traducido el caballero en su cabeza, por lo mismo su expresión parecía “caerse”, se descolocaba aun cuando su mano seguía disfrutando de aquel suave, cálido y esponjoso pecho.

Acciones y palabras que chocaban, su mano no era quitada con fuerza, al contrario, la pequeña doncella ponía la suya propia como si quisiera que él gigante caballero no dejara de tocarla y simplemente la siguiera mientras efectuaba ese acto que escandalizaba a más de una persona que los veía abrirse paso por el lugar... ¿Te lo imaginas? Un enorme hombre de más de 2 metros caminando tras una pequeña chica mientras le sigue el paso muy de cerca y le masaje ambos pechos sin que ella se queje, porque si, para este momento ya son sus dos manos las que se encuentran disfrutando de aquel cuerpo.

¿Un grito desgarrador? No realmente, pero el sentido de héroe que desbordaba del caballero lo hacía adelantarse con una carrera de pasos agigantados, y es que no importaba si Lucy había corrido desde antes, bastarían de un par de zancadas para que él la rebasara y observaba aquella situación -Así que aquí tenemos a nuestro culpable- Desde las alturas podía ver al tipo que estaba enamorando a las muchachas de Liones, incluidos también algunos muchaches que engañarían a más de algún iluso... que suerte que él era un experto en cuanto a cuerpo de chicas se tratase -Solo tenemos que ir por él y pedirle amablemente que se detenga- Azael no estaba contando con algo muy importante, ¿Que pasaría con Lucy cuando viera directamente a ese hombre? ¿Podría resistirse al encantamiento o terminaría enamorándose? Es más, posiblemente ya estuviera en sus redes...

El que viera siempre fijamente al grandulón le permitía darse cuenta del cambio de expresión, parecía haberse venido en un bajón de ánimo, ¿cuál sería el motivo? Era un completo enigma para Lucy, pero en ese momento no pensaba detenerse a simplemente interrogar cada uno de los cambios de gestos o actos del gigante enano, no, o bueno sí, si fuera su personalidad misión off, seguramente se pondría a preguntar si algo malo le ha pasado con toda la preocupación del mundo, pero como no nos encontramos en esa situación con esa personalidad, entonces nada, simplemente comienza a andar para buscar a aquel por el cual están en ese lugar, caminando como si nada, levantando miradas ajenas y el “espanto” de muchos al ver cómo ella va casualmente caminando como si nada con una mano sobre una de las que juega con uno de sus pechos, aunque realmente ambas manos ajenas lo hacían para dicho momento, cosa que “parecía darle igual” pues si realmente prestabas atención en el rostro de la diosa notarías aquel muy tenue sonrojo sobre sus pálidas mejillas.

Así bien, el rumbo seguirían en busca del mentado hechicero enamorador de gente hasta escuchar aquel grito, para ese instante los reflejos de la diosa fueron rápidos, quitándose de encima las manos del grandote y comenzando a correr en dirección a donde venía todo el alboroto, en algún punto del camino se topó con la sorpresa de que Azael le había rebasado, y es que no era para menos, era tan enorme aquel tipo que en lo que ella daba un promedio de cinco pasos, el contrario ya había pegado una zancada o la mitad de esta a lo mucho; aquel había sido el motivo por el cual, cuando Lucy llegaba al lugar, lo primero que veía era la gran espalda del caballero bloqueándole absolutamente todo, la luz, la vista, todo.

Con ambas manos y ejerciendo cierta fuerza movería a la tremenda montaña de músculos que le bloqueaba todo y lo primero que hacía era verlo directamente a él evitando de momento el contacto directo con el hechicero, aunque igual le resultaría un tanto difícil verlo ya que había una multitud entre ambos. -¿Amablemente? ¿En serio crees que con pedirle que deje de estar haciendo esto, lo hará?- Claramente era retórico lo que decía y por lo mismo el sarcasmo de la chica en su  pregunta, simplemente volteó a ver a la multitud de mujeres y algunos cuantos travestis sin comprender cómo alguien se enamoraría de un ser como el que las tenía tan encantadas. -Ha de ser horrible y tener una gran falta de autoestima si necesita encantar a todo mundo para que le presten atención.- Aquel simple comentario le bastó a Lucy para hacer que las miradas asesinas de todas las mujeres se dirigieran a ella, cosa que no la inmutaba en lo más mínimo, lo que sí lograba “sorprenderla” era el hecho de que una especie de camino se abría desde ella hasta el punto central que era donde el hechicero se encontraba y le dedicaba una mirada y un guiño de ojo muy “seductor”, el tipo era escuálido, aunque tenía una melena de envidia y una buena dentadura, pero parecía un maldito tucán con aquella narizota, hacía una pose en la cual mostraba un anillo enorme que parecía le rompería el dedo medio donde se encontraba y de paso la mano, aquel extraño anillo por leves segundos brilló en un tono morado, aunque muchos podrían pensar que fue solo el reflejo del sol, pero no era así, era el hechizo que se activaba y encantaba a Lucy, su rostro se vería extrañado y se llevaba una mano al pecho, justo a la altura del corazón donde la posaba aún más desconcertada, su rostro se sonrojaba notablemente y su respiración se entrecortaba, ¿el motivo? Era ella misma peleando desde sus adentros contra aquel hechizo de enamoramiento que si no, ya estaría igual de loca que el resto gritando el nombre de aquel extraño que ni conocía y queriendo estar con él… un asco total.

¿Sarcasmo? En las palabras del caballero no había ápice alguno de sarcasmo, al contrario, toda misión que había realizado hasta ahora que tuviera una mínima probabilidad de convertirse en algo “hostil”, las había solucionado pidiendo amablemente a los involucrados que se dejaran de estorbar... quizás le había funcionado producto de su enorme cuerpo y es que ¿Quien quiere entablar un combate con aquella montaña de músculos? Estoy seguro que nadie estaría muy contento de hacerlo a menos que fuera un real loco o confianzudo en cuanto a sus habilidades.

Las palabras de Lucy hacían que todo publico la mirara con un odio muy particular, aunque no tardaría en abrirse un camino en la multitud y dejar totalmente expuesto al escuálido hechicero -Ja-Ja- Azael soltaba una carcajada al ver ese cuerpo falto de trabajo muscular y ladeaba un poco su cabeza tras que el brillo del anillo molestara un poco en sus ojos, ¿Eso fue el reflejo de el sol? Eso supondría ya que por su parte no sentiría nada extraño y a simple vista a Lucy tampoco le pasaba nada.

Como una montaña volvería a eclipsar a Lucy poniéndose delante de ella muy dispuesto a avanzar por la apertura que ahí había -Permiso señoritas y no tan señoritas- Si, lo intentaba pero parecía que el camino cada vez se cerraba más y varias mujeres se había aferrado a sus enormes piernas, mientras otras tantas lo jalaban de los brazos -¿Por que no me dejan avanzar?- Su nobleza no le dejaba entender porque las mujeres lo detenían, ¿Acaso ahora se habían enamorado de sus enormes músculos? o... ¿El hechicero las estaba controlando para mantenerlo alejado?

Sin duda alguna la segunda opción es la correcta, y es que el hombre a pesar de no estar haciendo realmente nada malo, sabe que lo intentaran detener y ¿Te imaginas lo mal que lo va a pasar cuando esas mujeres quieran cobrar venganza por ser puestas en ridículo? Por que si, muchas de ellas estaban prácticamente en el piso rindiéndole devoción a un hombre que realmente no se la merecía -Por favor, no quiero tener que arrastrarlas- En el fondo no importaba cuantas fueran, Azael podría arrastrarlas y abrirse paso igual, solo que su espíritu de caballero le impedía hacerlo.

Miradas de odio y desprecio, ¿A caso a la diosa aquello le importaba? ¡Claro que no! Ni se inmutaba, al menos no por ese acto, como ya se dijo, solo comenzó a sentirse toda extraña al tener que lidiar con aquel hechizo, era un caos total dentro de su mente, sentía como se afligía su corazón y en su mente era la una sensación extraña, ¿a qué me refiero? Sentía como si tuviera que estar cerca de aquel tucán desnutrido y adorarle para que de esa única forma se le pudiera calmar la presión en el corazón y el calor que comenzaba a generarse dentro de su cuerpo se pudiera detener, ¿Qué maldito tipo de hechizo era este? Lo peor que ahora tenía que lidiar con querer aferrarse a Azael para intentar detenerle en su andar, cosa que no pensaba hacer.

No obstante, sus brazos y piernas, contra su fuerza de voluntad, comenzaban solos a moverse, por más rígidos que Lucy los intentaba mantener para que estuvieran completamente quietos, esto le era imposible, simplemente continuaban moviéndose, y sus pasos parecían algo así como los de un zombie y un  robot fusionados… Su respiración cada vez se volvía más agitada y extraña, fue en ese momento cuando dejó de luchar y poner resistencia, ¿Acaso el hechizo había surgido efecto y ahora quería estar con aquel tucán de poca monta?

Sus pasos se había vueltos firmes, decididos, apartaba a todas las mujeres como si nada y se acercaba hasta Azael, parecía que sería una más de las que lo intentarían detener, pero simplemente lo usó como si se tratase de un árbol o montaña que debía escalar para poder continuar su camino prácticamente pisando las espaldas y cabezas de las demás. Si eras buen observador, te habrías podido dar cuenta de que su rostro, sus expresiones habían cambiado completamente parecía embelesada al ver al maldito tucán escuálido al cual se acercaba para querer abrazarlo y es que a fin de cuenta eso hacía, y claro, este pajarraco no iba a desperdiciar la oportunidad de meter mano al cuerpo de la diosa, aunque una vez más, si eras buen observador, cualquiera se podría dar cuenta de que realmente, en el rostro de Lucy se reflejaba el asco y el no sentirse nada cómoda o feliz mientras la toqueteaba aquel hombre mientras volteaba a ver vagamente a la montaña de músculos, para este instante, la expresión de su rostro no era la que suele usar en una misión o trabajo, no, era aquella misma dulce y suave expresión con la cual Azael le había conocido, solo que estaba parecía más a punto del llanto por el asco y la sensación nada placentera de que aquel hombre ruin la tocara, lo cual era curioso, era más o menos los mismos movimientos que el gigantón hacía en el cuerpo de la diosa, pero era completamente distinto, no se sentía igual y es más, era lo más cercano de sentirse “violada” a lo que había llegado la rubia en toda su vida, se comenzaba a sentir sucia.

La fuerza producida gracias a la unión era algo sin precedentes, la multitud lograba que Azael se detuviera y es que él mismo no estaba ejerciendo gran presión para seguir avanzando, a fin de cuentas no tenía la intención de dañar a nadie, ni tampoco tenía un estimulo para querer esforzarse más de lo que ya estaba haciendo. Razonar con aquellas mujeres sería algo imposible, por suerte parecía que Lucy había tomado ventaja de ser muy liviana y ayudándose de su cuerpo pasaba por sobre la multitud hasta llegar a los territorios de aquel detestable tucán.

¡¡QUEEE!! El rostro de Azael quedaba destrozado al ver como Lucy se aferraba al hechicero y además era manoseada de vuelta. Lo peor es que a simple vista parecía ser que ella quería eso, se estaba dejando... pero sus acciones eran iguales a las de las mujeres y eso sumado a que el hombre adoptaba una pose de “ganador” frente al musculoso caballero, es que Azael dejaba de presionar por unos segundos y bajaba la cabeza en lo que parecía ser una señal de derrota -Lo siento mucho señoritas, no quería tener que hacer esto- Su cuerpo completo parecía tensarse y ahora avanzar le era pan comido, es más, una que otra de las arpías que lo intentaban detener salían despedidas sobre la multitud sin causar daños mayores en sus cuerpos.

¿Gigante y rápido? En un abrir y cerrar de ojos el gigante se encontraba delante del hechicero, apartaba a Lucy de su lado como si de dos muñecos se tratase y luego con su diestra agarraba la cabeza del tucán -Nunca te burles de un noble caballero- ¿Acaso el hechicero estaba volando?... ¡No! Era Azael que lo levantaba haciendo presión sobre su cráneo, lo suficiente para que el contrario sintiera como si su cabeza estuviera a punto de explotar -Ahora volvamos a empezar... desharás el hechizo, me entregaras el anillo y recién estaré pensando si debo o no reventarte la cabeza- Azael jamás a matado a nadie e incluso alguna vez cuando pequeño se juró nunca hacerlo a menos que fuera estrictamente necesario, aunque eso no significa que no sea capaz de dañar a alguien lo suficiente para que toda su vida se acuerde de él -¿Me entendiste?- Su mirada estaba cargada de frialdad y cada tanto su mano hacía más presión... definitivamente tocar a Lucy fue la peor decisión que el hechicero pudo hacer, de todos modos, el único ápice de suerte que tiene es que Azael no es alguien sanguinario, si no, su cabeza ya estaría estampada contra el piso.

Las lágrimas brotaban de los azules ojos de Lucy, muy internamente daba gracias, y si te preguntas a qué daba gracias, pues era debido a la intervención de Azael; si el grandulón no se hubiera visto en la necesidad de meterse entre ambos, seguiría sintiéndose de aquella horrible forma, aunque claro, no era como decir que tan pronto aquella masa de músculos se acercaba a ambos y los separaba como si de dos muñecos de trapo se tratase, aquella sensación de asco y suciedad fueran a desaparecer así como así.

Las palabras que el caballero sentenciaba eran realmente severas, en aquel momento, Lucy aún seguía bajo el efecto del hechizo, este era el motivo por el cual su cuerpo comenzaba a moverse solo en dirección al maldito tucán, no obstante, lograba recuperar un poco la movilidad de su cuerpo, aunque esto debido a que seguramente, el miedo que sentía el hechicero hacía mermar un poco el efecto, esto le bastaba a Lucy para poder aferrarse a uno de los grandes brazos de Azael para así impedirse a sí misma regresar a los brazos de aquel repugnante ser que ahora era sometido por el grandulón.

Si aquel gigantesco prestaba atención en ese momento, se podría dar cuenta que el rostro de la diosa se encontraba mojado debido a las lágrimas por la sensación tan desagradable que aún sentía, simplemente se aferraba al brazo ajeno con todas sus fuerzas escuchando las palabras del hombre. Si uno prestaba atención al hechicero, este estaba que casi literal se podía mear en cualquier momento en los pantalones, gritaba, se retorcía, intentaba apartar la mano de Azael para que le dejara de hacer daño. -¡De acuerdo, de acuerdo! ¡Lo haré, lo haré!- Gritaba por lo alto, en esa voz que parecía más bien un horrible graznido, se podía percibir todo el dolor, horror y miedo que sentía al pensar que su vida podría terminar.

Al desactivar el hechizo, la gema de aquel anillo dejó de ser morada para convertirse en completamente negra, con dificultad le entregó el objeto a Azael, casi se le caí inclusive el anillo en el proceso; por otra parte, las demás mujeres y no tan mujeres, caían rendidas y desmayadas en el piso, esto debido al haber estado siendo muy largo tiempo controladas por el poder del anillo, mientras tanto, a lo que Lucy refiere, bueno, mentalmente estaba más que fatigada y si el grandulón no se daba cuenta que ella poco a poco aflojaba el agarre y se iba deslizando hasta el piso, un buen golpe se iba a llevar si eso se concretaba a menos que Azael la detuviera en el momento exacto.

Como si de un gusano se tratase, el hechicero se retorcía de un lado a otro, intentaba rasguñar las manos de Azael para quitarlas de su rostro pero todo era en vano, la gran diferencia de cuerpos era abismal y parecía que nada hacía que el pelidorado se inmutara. De seguro ahora estaba pensando porque no creo un hechizo que también afectara a los hombres, de ser así no habría sido tan fácil detenerlo y no tendría que entregar su objeto mágico.

Lucy aferrándose a él le hacía recordar el porque había reaccionado de esa forma... un amor hasta ahora no correspondido que lo trae hipnotizado y le hace actuar como un ser hostil, aunque es innegable que el hechicero se lo merece, más aun cuando deja caer su anillo y todas las mujeres a su alrededor caen desmayadas producto de la fatiga mental que había acumulado -Un equipo de Liones vendrá por ti, no te preocupes, lo pasarás muy bien en los calabozos- Como un muñeco de trapo el hechicero era lanzado contra una enorme pared y caía inconsciente al piso... no estaba muerto, solo un tanto dañado por el golpe pero podría seguir viviendo sin problema alguno. Mientras tanto la gema negra era pisada por Azael y se partía en mil pedazos solo dejan partículas de polvo negro que se esfumaban con una leve brisa del viento.

La pequeña doncella que se aferraba a su brazo poco a poco se resbalaba, por eso mismo el gigante actuaba rápido y la aferraba a su cuerpo para cargarla con mucha delicadeza -Aguantes bien, siento mucho lo que tuviste que aguantar- Si esto fuera un anime podríamos ver una escena cargada de brillo y colores claros, el héroe nuevamente salvando a su amada princesa de las garras del mal, lo más curioso es que esa escena sería rápidamente interrumpida por una mano traviesa de Azael que iría a dar con un pecho de Lucy... quizás así podía volver a sentir una mano cálida entrar en contacto con ella y quitarse ese amargo sabor de boca que le había dejado el hechicero.

Los vientos eran cambiantes, la misión había concluido y el gigante se perdía con la doncella por las calles de Liones mientras su mano traviesa tomaba un nuevo rumbo para acariciar su mejilla, secando así cualquier rastro de las lagrimas que había soltado -No debes preocuparte por nada, siempre que tengas un problema te protegeré-