♦ Bifurcación de un pensar ♦ Pasado | Polari ♦

La codicia es mala; Éric no es consciente de ello.

Su mirada estaba a lo lejos, pensando cómo entrar a ese sitio. El bosque del rey hada se mostraba espléndido ante su mirada, con los ojos marcando un objetivo que no conocía: Una mujer con unas gemas que decían ser hermosas. Esa historia la escuchó un día atrás que se encontraba trabajando en la taberna, eran dos hombres mayores, viajeros, que comentaron aquello, hasta dando detalles de esa hada, sin dar mucho para empezar una búsqueda. Éric raptó a ambos hombres, y estos al no decirle nada, los torturó para terminar ejecutándolos y ocultando los cuerpos. Las quería. La codicia misma se lo comía todos los días, haciendo de su cerebro un manjar de pensamientos sin sentido, y finalmente decidió aventurarse. Era de tarde, el sol estaba ya casi oculto, así que no tenía la necesidad de ocultarse mucho. Pero en ese punto, estando ahí, supo que no podría avanzar más. ¿Cómo entrar al bosque del rey hada? Estaba complicado en gran manera.

Así que esperó, a las afueras de este, se estuvo un buen rato. El sol de hecho le dio tiempo para ocultarse. Para ese tiempo, aún no había conocido a ninguna hada, así que no sabían cómo era, pero un asalto en solitario podía provocar una masacre y su propia muerte. Eso quería evitar directamente. Pero en su pensamiento irracional, estaba seguro de que alguien saldría, quizás a comerciar o de paseo. Así que se sentó, y esperó, viendo a lo lejos un gran árbol. Escuchó igual historias sobre ese árbol, que le daba vida a todo el ecosistema existente, y que, además, antes había tenido el don de dar vida eterna con sus aguas. Suspiró, para luego observar a los lejos luces; sus ojos empezaban a cerrarse del sueño y estas parecían ya ser más una ilusión que cualquier otra cosa. Pero justo antes de quedarse dormitando y pasar la noche en las estepas, escuchó algo. Fue un suave aleteo en el aire, y frugal movimiento que el destino le daba para él, y al abrir los ojos, notó una sombra en la oscuridad. Acertó. Pero no porque ocurriese eso mucho, sino porque era un hada muy curiosa, que de pronto estuvo decidida a viajar por el exterior y contarles sus historias y anécdotas a sus padres. Sin embargo, ahí estaba Éric.

Cuando pasó justo por su cabeza, su vista se había adaptado a la luz, y de un salto, le cogió el pie izquierdo, la bajó sin pensarlo dos veces y su mano la posó en su boca. Estaba en su poder total, así que con su mano que cogía la pierna, agarró una navaja y ejerció cierta presión con el objetivo de que ella no escapara, y la daga la dejó muy cerca de su cuello, amenazando cortarlo.

— Silencio, carajo. Me dirás cómo entrar al bosque del rey hada y cómo salir. Si intentas escaparte, gritar o cualquier acción dudosa, te mato. Si me dices lo que quiero saber, te mato. Si cumples estas reglas, vive. ¿Vale?

Ya estaba decidido, con esa hada podría entrar, estaba seguro. Y su vista apenas se ajustaba a la oscuridad; poco a poco empezaba a apreciar esa pequeña figura.

Deje salir un ligero suspiro de mis labios mientras permanecía sentada en una de las raíces del gran árbol central del bosque de las hadas, colgando los pies y moviendolos en el aire como signo de aburrimiento -Sugongo que hoy también sera un día igual como los otros...- Mencione mientras miraba de reojo, las Zodiac Jewels que se me había custodiado resguardar y proteger, con una mirada un cuanto triste.

Hace ya tiempo, que había comenzado con esta nueva tarea que se me había encargado a mi, que, aunque en un principio no lo considerada difícil y pensé que acabaría rápido, no podía estar mas equivocada y decepcionada, pues el verdadero reto de esta tarea era el tener que esperar y vigilar día y noche a que, algo que no pasara, pasara. ¿Algo paradójico, no creen? Aun así, siempre cumplía con mis deberes y esta no seria la excepción, por lo que, hasta nuevas ordenes, debería quedarme aquí y cuidar las joyas estelares que, si quiera yo, entendía del todo como funcionaban.

Comencé a moverme dentro de la cueva donde resguardaba las Zodiac Jewel, las doce de ellas, todas eran tan brillantes y tan hermosas que no necesitaba que la luz del sol llegase a donde estaba, ellas ya iluminaban con bastante vida gran parte de la cueva y los pasadizos que habían debajo del árbol del bosque de las hadas. Era increíble si lo pensabas, como el gran árbol que se veía con diferencia y desde la distancia por todo el bosque era tan llamativo, sin embargo, si bajabas hasta las raíces, podrías ver que sus grandes ramas hacen agujeros en la tierra de las hadas, construyendo distintas cuevas y pasillos haciendo un laberinto sin fin, perfecto para esconderme a mi junto con las joyas estelares, no obstante, uno no podía confiarse de los humanos.

No hace mucho tiempo, algunos aventureros habían logrado entrar al bosque sin ser vistos, y de alguna u otra forma, pudieron encontrarme, no duro mucha nuestra batalla cuando logre hacerlos retroceder y mas hadas llegaron a ayudarme y protejer las joyas, entonces corrieron, pero ahora que alguien las había visto, era de esperarse que la voz se corriera y alguien con corazón vanidoso viniera a buscarlas... Por lo tanto esa noche -Me pregunto como estará afuera... Podría echar un vistaso, pero....- Duda entre si salir o no dejando las piedras desprotegidas, mis deseos eran fuertes, pero mi sentido de responsabilidad mi ataba -¡Tengo una idea!- Chasqué mis dedos, invocando a mis fieles Kirattos, los cinco de ellos -Vayan a dar una vuelta por mi, infórmenme y vean si pasa algo divertido- Mencione con una ligera sonrisa mientras me quedaba en la cueva y veía la luz de los Kirattos alejarse.

Mis pequeñas estrellas volaban por los paisajes del bosque, todas por lugares diferentes, exploraban en busca de algo que llamara la atención de su dueña, Purus, la estrella amarillo, logro escuchar algún sonido, las estrellas volvieron a reunirse donde mismo para ver si aquel sonido seria la cosa interesante que su dueña buscaba... Para darse su sorpresa, las estrellas pudieron encontrarse una hada en peligro, con un vampiro asechando.

Recolectar estrellas es un milagro de la noche, recolectar estrellas perdona tus pecados, las cinco estrellas de colores al presenciar el acto, salieron flotando a gran velocidad para regresar con su dueña.

La hada no tardó en hablar a susurros. Él no sabía si estas tenían un sistema integrado para informarse y comunicarse, así que la seguía apretando contra el suelo, controlando todo movimiento. Y por lo que entendió, podía entrar si ella le daba un acceso y le ayudaba, él sonrió a esto, así que no tardó de colocarla en sus brazos y salir corriendo furtivamente hasta donde ella le estaba indicando. Y no tardó en llegar hasta ala entrada, donde se detendría para que no le viesen. Las luces habían desaparecido y el cielo se tornó completamente negro, acompañado de una solitaria luna llena, que con suerte no vería un derramamiento de sangre. Juzgando por su visión supuso que las luces eran provocadas por el sol, así que siguió hacia el gran árbol, aún con la hada en sus brazos.
 
— Dicen que hay una chica con unos cuantos tesoros, brillantes y hermosos. Indícame dónde está, ahí serás libre, sino, recuerda, tu muerte la disfrutaré.
 
Su expresión seria acompañadas con esas palabras tajantes, le dieron nervios a la chica, así que señaló hacia el gran árbol y él no dudó en desviarse hasta allá. Pasados un par de minutos, estuvo ahí, y caminó para ver a lo lejos a otra chica. “Es ella”, pensó, y no dudaba en ello, así que la dejó a esta hada, sin importar ya de sus acciones y se acercó hasta la otra. Esta era más visible, más brillante, más viva. Su cabello lacio y blanco como el nevado polar, le hicieron pensar que era realmente especial. Y sin dudarlo, hizo tres saltos rápidos, que de seguro la alertaron, y la tomó por detrás. Rápidamente fue con su daga hasta el cuello de ella desde su mano izquierda, amenazando con herirla mortalmente.
 
— Si intentas escaparte, gritar o cualquier acción dudosa, te mato. Si me dices lo que quiero saber, te mato. Si cumples estas reglas, vive. ¿Vale?
 
Y pensó por unos segundos: “¿Eso no lo había dicho ya?”, pero no se dejó turbar por un pensamiento banal. Y al levantar la mirada, vio estas luces nuevamente, ahí supo que ella era la portadora de estas gemas. En seguida la soltó. Para ella lo más probable es que le resultaría extraño ver a un hombre pálido arrodillarse ante ella, tomar su mano y besarla suavemente. Este luego tomó esa mano derecha con sus dos palmas y le miró a los ojos.
 
— Disculpa por eso… La costumbre. Soy, el Drakukeo, tu fiel admirador. Te estaba buscando, peor no sabía cómo encontrarte. ¿Eres la guardiana de esas luces?
 
Hizo todo aquello pensando que le iban a atacar, así que se evitaría morir frenéticamente por haber amenazado a muerte a una hada. Además, sabía que aquello podía relacionarlo directamente con él. Pero no se daba cuenta de lo repelente que había sido con esas acciones anteriores. En su mente y corazón, estaba seguro de que ella no se negaría a conversar, aún cuando no le gustaba, lo veía necesario.

~Find out Precious
Busca y encuentra el tesero mas bueno
Eso es, Si una gema en todo el mundo
Oculta dentro de si todo su potencial
Cree que ese sueño brillante perdurara
Tu propio Fortune Carat~

Cantaba, eso era lo que hacia, cantaba... Durante la mayoría del tiempo que pasaba dentro de la cueva donde cuidaba las Zodiac Jewels, no había muchas actividades que pudiera realizar para utilizar mi tiempo de manera sabia y cuanto menos, de manera recreativa de forma  que todo pasara mas rápido y no tuviera que pensar de todo lo que me perdía de la vida de no haber sido encargada de cuidar estas mismas joyas...

De tiempos a tiempos hacia diferentes cosas, alrededor de la semana, vivía con una vida bastante aburrida y repetitiva, todo era absolutamente igual al día anterior, y al anterior, y el que vino antes de ese... y así seria el día de mañana y el día que sigue. A veces me ponía a pensar si de verdad tendrían un plan mas concreto de usar o proteger las joyas donde no tuvieran que usar la vida entera de una hada para protegerlas de quien sea que quisiera llevarselas ¿Al menos turnar guardia o hacerla con alguien? La verdad era que, no siempre me quedaba dentro de la cueva, tenia ciertos tiempo de "receso" en los cuales salia de las raíces del gran árbol del bosque para otras actividades... Como comer entre pocas cosas.

También era mentira de que siempre me encontraba sola, despues de todo, tenia a mis Kirattos siempre junto a mi, mis estrellas eran calladas, no tenían forma alguna de comunicarse sin embargo, podían transmitir muchas cosas que no requieren palabras para ser comprendidas, a veces también venían hadas a visitarme, así que no todo era tan malo... Pero también estaría mintiendo si diría que me encontraba bien con mi situación actual.

Todavía cantando, pude sentir como todas mis estrellas regresaban a mi, emocionada porque habían encontrado algo, se posaron en mi mano mientras les preguntaba y me informaban -¿Entonces, que encontraron?- Pero para mi sorpresa, no había sido nada agradable -... Entonces se dirige hacia acá, no debería de tardar mucho... Lo estaremos esperando- Planeando rápidamente un plan en mi cabeza, espere de manera despreocupada a que el vampiro mercenario llegara según mis Kirattos. Ocurrió, tal y como me habían dicho, algo preocupada por el repentino frió de la daga de metal que tocaba mi cuello, me relaje y sin mostrar signos de debilidad mencione -Así que eres tu del que me informaron...- Gire ligeramente mi cabeza intentando encontrar sus ojos.

Al levantar mi cabeza, pude encontrar con sus ojos profundos y buen parecido, que sin embargo, era desperdiciado por su vil intento de intentar luchar contra mi. Sin embargo, algo inesperado sucedió, algo que definitivamente no esperaba, aquel guapo hombre de pronto me soltó, arrodillándose ante mi y besando mi mano desprevenidamente... Al darme cuenta de esto, no pude evitar ponerme roja y sacar humo a preció por mis orejas, de la misma forma, mis kirattos que brillaban y nos rodeaban se tornaban de una coloración rosada por lo inesperada reacción de aquel hombre. -¡¿Q-que estas haciendo?!- Le quite mis manos de su boca -Tocar a una mujer de esa manera tan desprevenida.... ¡E-eres un sin vergüenza!- Mencione alzando la voz, poco despues, aun algo ruborizada, recupere mi compostura -Y si... Soy la guardiana... Pero no de "esas luces", son practicamente piedras o joyas preciosas...- Hice una pequeña pausa y continué, no es como si le fuera a contar todo de ellas -Lamento decirte que no puedes estar aquí, se a que viniste, y te pido de la manera mas atenta de que retires si no quieres consecuencias...-

No esperaba nada y sin embargo sus acciones me quedaron como anillo al dedo. Estaba seguro de que mis planes seguirían adelante y que nada malo podía suceder en ese punto. Mi sonrisa era grande y mis ánimos aumentaban, seguiría adelante hasta llegar a mi fin, aunque en ese momento no sabía que duraría tanto para llegar a ese punto. Mi mirada esa seria, aunque mi pensamiento muy lisonjero y suelto, buscando la ruta más rápida de conseguir por lo menos uno de aquellos premios. ¿Y qué mejor que ser sincero para encontrar lo que buscaba? Nada, en ese momento estaba todo muy bien formulado en mi mente como para no decir las palabras que marcarían el inicio de una gran aventura.
 
— Es obvio, desde luego. Vine por esas… ¿Gemas es lo que dijo? Da igual, el punto, es que ya no estoy tan interesado en robarlas, sino en protegerlas. He escuchado que más personas vienen por ellas, pensando que contienen un gran poder espiritual que es inigualable, hasta hay hadas, y se rumorea que son más fuertes que su actual portadora. — Le sonreí, achicando un poco mis ojos para causar cierta impresión en ella. — Los buenos no son tan buenos como dicen… Aunque, no os pongáis rojas, es costumbre real, soy descendientes de nobles de estas tierras.
 
Todo era mentira tras mentiras, pero mi aspecto señorial, que no era más que un traje robado hacía unos años, podía darme credibilidad en el asunto. Me levanté, y desvié la mirada hacia sus acompañantes. No lo pensé al lanzar la daga al espacio entre mis pies y dejarla apuntada en ese sitio, luego con un movimiento fugaz, dejé mi parte superior del traje caer al suelo y revelar mi camisón, dando a entender que no ocultaba nada, para proseguir hablando.
 
— Sin embargo, tengo más cosas que contarle a usted, señorita. Si me permite, podríamos conversar de ello y podríamos intercambiar conocimientos. Pero esto debe ser a solas. — Miré nuevamente a las hadas que le rodeaban. Me hacía algo de ilusión tocarles las alas y ver sus reacciones, pero esta vez debía contenerme. — Como ve estoy limpio, así que no le sucederá nada a ella, está segura, pero esto les servirá a ustedes también de forma indirecta, después de todo, tengo información valiosa que ninguna de ustedes obtendrá si no sale al exterior… Y bien, ¿Me acompaña?
 
Mi modestia al hablar me causaba algo de rabia, no me gustaba esa forma de conversar, ni siquiera me gustaba conversar. Pero no conocía sus poderes, así que no había opción para pelear y robar, pues la carnicería sería únicamente contra mi cuerpo. Aquella era la única solución viable.