La unión de dos mundos [Pasado | Libre]

¿Tan fácil es entrar a la capital de los muertos? No precisamente y es que nadie sabe que es realmente ese lugar, puesto que existe un pueblo de los muertos en donde la cantidad de personas que aun vive allí es muy baja, incluso algunos rumores dicen que casi llega a menos de diez personas y por la simple razón de que en ocasiones el portal al mundo de los muertos se termina por abrir, pero… ¿Alguien sabe cual es la llave? A ciencia cierta no, y es verdad que existen múltiples leyendas al respecto y pues… la gran mayoría de las personas piensa que esa idea de la “Capital de los Muertos” fue una mala estrategia de marketing que terminó acabando con el pueblo.

La sabiduría es infinita y así se lo a tomado siempre Askeladd que cuando tiene tiempo libre suele visitar este punto muerto del mapa, ¿La razón? Tiene la esperanza de que las almas de sus viejos amigos le escuchen y puedan enterarse de las travesuras de su pequeña hija… y mira que son muchas así que cada tanto que los visita pasa horas y horas hablándole al viento… ¿Alguna vez le respondieron? No, simplemente la brisa y la paz del lugar lo acompaña mientras el disfruta de la vista, porque sí, siempre se sienta en el mismo lugar, una hermosa colina rodeada de naturaleza que da una vista perfecta hacía el acabado pueblo y todo el bosque que está más allá.

El viento, el hermoso elemento acaricia su rostro mientras llena sus pulmones de nuevas energías y termina por volver a sentarse en ese hermoso lugar de paz eterna -Creo que esta vez me tardé mucho más en volver- La conversación comenzaba suave, su mirada parecía desinteresada y su torso estaba reclinado de tal manera que se terminaba por apoyar con ambas manos en el tierno pasto que lo cobija -Se que están ansiosos por saber más de Ann y déjenme decirles que es la viva imagen de ustedes… torpe y tierna al mismo tiempo, como su madre… peleona y decidida como su padre- Uff… es interesante entender la historia detrás de está conversación, una que se a extendido por más de 100 años -Aun le falta mucho por aprender, pero ya se los había dicho antes… estoy seguro que terminara superándome y no se preocupen, la estoy cuidando muy bien, nadie con malas intensiones estará jamás cerca de ella- Su voz parecía desganada, aunque es su forma de ser, estoy casi seguro que si Ann lo escuchara hablar así, se terminaría emocionando por todo lo que han pasado en estos 112 años…

Remolinos, suaves caricias y cambios de direcciones, el viento era un vaivén de emociones que se anidaban en el interior de Askeladd y su concentración en la conversación era tal que no podría darse cuenta si alguien se acercaba… aunque… si lo pensamos bien, si llega a escuchar que alguien se acerca le dará exactamente igual, su paz interior es tal que no tiene problema con nada aunque sus respuestas si pueden llegar a ser algo secas y desinteresadas en el acto.

off:

Puede que la gente lograra retomar vidas normales después de la guerra, sin embargo, una fuerte conexión con el otro mundo permaneció en Britannia, en un sitio al que llamaron la capital de los muertos. Cabe decir que esa brecha siempre había estado allí y existía el rumor que los vivos podían llegar allí sin morir. La historia describía a una sociedad que salió adelante de una traición que terminó por borrar a una gran parte de los clanes. Lo curioso de ese evento, fue que dejó atrás cierta vibra, -por decirlo de alguna manera-, que más de uno asoció con las personas fallecidas, como almas en pena o con asuntos pendientes, aunque no necesariamente eran fantasmas con remordimientos, fue notorio que después de ese suceso, un aura pesada inundaba aquel lugar.

Ciertamente esta capital era un sitio de interés pero no por eso muy frecuentada, solo los valientes, curiosos e liusos por ver una última vez a aquel ser querido se aventuraba en aquella tierra sobrenatural. En el caso de Mary Shelley, era una visita, ella se había convertido en una viajera y conocer a fondo los lugares del mundo se convirtió en un pasatiempo para ella; no sufrió hasta el momento ninguna muerte de algún familiar, aunque si le hubiera gustado conocer a sus abuelos, algo imposible aún estando en aquella capital donde se creía podías ver a los fallecidos, pues la condición era que debías compartir con el muerto un recuerdo muy especial. Por el momento, todas las historias eran ficticias, Shelley, no creía verdaderamente aquella idea de ver a los muertos.

El unicornio tomaría un descanso de su recorrido en la cima de una colina, supuso allí el viento sería fresco y desde lo alto podría apreciar mejor el paisaje mientras tomaba una merienda. Cuando terminó de subir, a su vista saltó un hombre que parecía estar concentrado, quizás meditaba, por eso, intentó no ser ruidosa y quedarse del otro lado. Se sintió una intrusa pero tampoco es que se estuviera metiendo en los asuntos ajenos, cada uno estaba por su lado. Además, el hombre ni se percató de ella porque empezó a charlar desinhibido con él mismo. Mary, volteó a verlo, medio disimulando no hacerlo, cómo no queriéndolo. ¿Estaría hablando con algún fantasma? Quizás aquel hombre, era un médium o brujo.

Así que alguien había llegado para hacer compañía al solitario Druida que hablaba con el viento, aunque aquella persona había sido lo suficientemente respetuosa para no interrumpir y eso llevaba a que Askeladd no se diera cuenta de su presencia, siguiera disfrutando de aquel lugar y agudizara su oído a un punto inconsciente que se trata de imaginar las voces de sus amigos, si… esas voces que no llegarían de ningún lugar y todos a la vez porque solo estaban en su cabeza siendo recuerdos de su pasado que florecían por algunos segundos.

-¿Saben lo duro que fue para ella el proceso? Yo se que se ve mucho más fuerte de lo que realmente es y sufre en silencio pues aun no aprende a explotar sus verdaderas emociones- Sus palabras se perdían en el infinito del mundo, ¿Estarían llegando a destino? ¿El destino que él quiere? No lo sabemos y creo que nunca lo vamos a saber porque Askeladd no tiene interés alguno por las antiguas leyendas del lugar, no le interesa intentar atravesar ese “portal” hacía el mundo de los muertos, él simplemente viene aquí, habla un poco con sus amigos, les cuenta cosas sobre Ann y luego continua su vida, continua aprendiendo y volviéndose aun más sabio… todo con la finalidad de alcanzar la paz absoluta, moldearla y entregársela al mundo para que curé por fin sus almas.

Es importante tener en cuenta que a veces su propia mente formulaba las respuestas a sus palabras, era casi como que de verdad le estuviera respondiendo pero eso es algo que se guarda solo para él y no vamos a retransmitirlo en este momento, simplemente vemos reflejado lo que la pequeña viajera puede escuchar al encontrarse cerca de Askeladd -Curiosamente nunca quiso marcharse, el orfanato se ha vuelto su hogar y ahora ayuda en el sin pedir nada a cambio, creo que poco a poco empieza a interesarse por los escritos antiguos… supongo que es mi culpa, la eh criado como una aprendiz e inconscientemente mis ideales se han plasmado en ella… o eso creo- Con normalidad Askeladd no se expresa así, cuando habla con las personas es mucho más tosco y desinteresado en lo que tengan que decir los demás… normal en el es rechazar la compañía o invitación a cualquier cosa, aunque una buena conversación muy posiblemente la acepte.

La capital de los muertos.... Un mítico lugar al que sé le había dado su nombre debido a los cuentos de antaño, relatos que contaban que en ese lugar era posible abrir un portal para hablar con los seres queridos y/o personas que ya no se encontraban en este plano, un lugar que a primeras, había llamado la atención de Anheru, quien en su interminable viaje había hecho visitas al lugar, aunque sin conseguir nada en el intento por comunicarse con sus conocidos que ya habían partido del mundo de los vivos..

El rubio cada determinado tiempo hacía una parada en aquel lugar que por un determinado tiemo había considerado su hogar, a llevar flores a cada uno de las personas que habían habitado y luego, seguía su viaje y hacía una parada en la capital de los muertos, esto con el fin de ver a y tratar de entablar conversación con los habitantes del pueblo en el que vivía ya hace algunos años atrás, aunque a fin de cuentas, solo terminaba sentándose entre las ruinas del pueblo desolado, el cual sé decía que allí, para algunos sé encontraba el portal hacía la capital de los muertos.

El joven ya había hecho su primera parada antes de reanudar su viaje y ahora le tocaba continuar su pequeña rutina haciendo su parada en el pueblo donde al llegar, una soledad abrumadora era lo que ahí sé podía sentir, puesto a que el pueblo sé encontraba actualmente y desde hace mucho tiempo ya, abandonado.

El rubio caminó un poco por el lugar y terminó por sentarse en uno de los escombros de aquel pueblo abandonado, suspiró y su cara comenzo a tornarse con una expresión de nostalgia, aquella nostalgia que llegaba al corazón de las personas al recordar su pasado, con el pasar de los años el joven del clan de la Diosa al matener una larga estancia en el mundo de los humanos, había comenzado a sentirse más como ellos, adoptando sentimientos y otras cosas, las cuales le ayudaban a pasar desapercibido ante las personas que iba conociendo, no tenía ese pensar de que, por ser del clan de la Diosa, debía ser venerado y le gustaba más que las personas mantuviesen un trato como sí fuese alguien más común..

Su expresión sé mantuvo así por un buen rato, hasta que pudo volver en sí y pudo notar que dos personas más sé encontraban en el lugar -quizás desde antes que él, pero no le había prestado mucha antención- Así que su expresión cambió por una diferente y mostró una sonrisa mientras que decía -Bueno, supongo que hoy tampoco tendré suerte, quizás el venir aquí y quedarme callado a recordar, no sea de mucha ayuda disculpenme por eso- Sé levantó del sitio mientras que comenzaba a dar pasos cortos, sí, sé disculpaba porque siempre que iba ahí era incapaz de soltar alguna palabra, solo sé quedaba allí esperando, tratando de escuchar alguna palabra de las personas que buscaba, pero sólo escuchaba la brisa que pasaba de un lado a otro hasta que seguía y sé perdía más allá de dicho lugar.

Al caminar pudo ver a un joven pelinegro, el cual parecía estar muy concentrado y por lo tanto no sé involucró, ya que no quería ser irrespetuoso con alguien que probablemente, trataba de conseguir respuesta como lo hacía el rubio, de entre los presentes también pudo notar a una hermosa joven de cabellos rosados, a quien al observar más detenidamente, pudo notar que era una cara conocida ¿qué hacía aquella joven en ese lugar? era algo que no lo tenía claro, así que sé dirigió hacía ella a paso lento y sin hacer ruido para no ser percibido por el joven de cabello negro, ya que no quería interrumpirle en su concentración.

Oh… ¿Es que nadie se atrevería a entablar conversación con Askeladd? Quizás su estado de concentración los intimidad, son en extremo respetuosos o solo quieren sentarse ahí para escucharlo que tiene que decir él joven sabio de los druidas, y digo joven porque esa es su apariencia, una veintena de años que para cualquier humano sería absolutamente nada y lo tacharían como un niñato más que solo quiere ser interesante, aunque para los druidas de eso nada, su edad es bastante avanza y ha tenido que sufrir un montón de calamidades, incluso algunos llegan a creer que su personalidad tan peculiar es producto de eso… de los sucesos vividos, pero no, Askeladd ya era como es antes de cualquier cosa, es simplemente su esencia, su forma de ser y como le gusta mostrarse ante el mundo.

-Por cierto, mis padres adoptivos murieron y de seguro ustedes ya lo saben, no me extrañaría que ya se encontraran con ellos… si los vuelven a ver recuérdenles de visitar a Kaede en sus sueños, mi pequeña hermanastra que a pesar de todo pareciera ser muy madura, pero tal como eh aprendido de Ann, las mujeres tienden a mostrarse de esa manera solo para contentar a quienes se encuentran a su alrededor, en el fondo sufren más que todos- Lo cierto es que sus palabras aplican tanto para hombres como para mujeres, aunque no para él, no para alguien que a bloqueado sus sentimientos desde muy pequeño y mira todo de forma lógica… dentro de lo posible, ¿Una puerta al mundo de los muertos es posible? Quien sabe, quizás si se interesara por encontrarla terminaría viendo cara a cara a sus amigos y entablar platica de forma mucho más interesante.

El silencio volvería a apoderarse de su ser, una enorme ráfaga de viento se levantaría y su pelo se dejaría llevar por ella, incluso estiraría su cuello haciéndolo sonar y clavando su vista en el infinito cielo que estaba sobre su cabeza -¿Podremos burlar a la muerte?- La duda escapaba de sus labios de forma fugaz y quedaba dando vueltas en el eco del lugar, no esperaba una respuesta a cambio y es que ya conoce todo lo que tienen para decir al respecto… lo que hay en su cabeza es retorico, va más allá de cualquier cuerpo físico o mundo existente después de la “muerte”… es simplemente algo ¿Imposible? Al menos así es como lo define cada vez que busca una respuesta que le agrade.

En esta Tierra habían personas únicas y diferentes, independientemente de que cada cabeza era un mundo, no solo se distinguían por reinos sino también por clanes, dandose lugar así a una gran variedad de culturas a lo largo de Britannia, a veces, Mary Shelley, tenía la mala costumbre de observar a cierta gente con conductas especiales. El monje de la colina -desde la perspectiva del unicornio, eso era aquel hombre meditativo-, le despertaba curiosidad. Estaba siendo entrometida pero de una forma discreta, pues no fuera a provocar incomodidad en el contrario.

Escuchaba atenta la historia contada por el monje, como si de un audio libro se tratara, y cabe decir que hasta le estaba siendo más ameno el almuerzo de haberlo comido en silencio. El protagonista de la historia no era aquel hombre, sino que éste era más bien, parte del reparto y, la estrella, alguien de genero femenino, pero de repente, como un cubetazo de agua fría, salió a relucir un parentesis sobre la muerte de sus padrees, pronunciando en breve, a un nuevo personaje en la trama, de nombre Kaede.

Mary, dio el último bocado a su emparedado de jalea de fresa, sintiendo lastima por tener que guardar sus cosas antes de irse, ya que, no podría escuchar el resto de la historia de vida del monje.

Para su sorpresa fue subiendo por la colina un conocido suyo, se emocionó al ver esos cabellos de oro satinado, incluso hizo una exclamación de un "hola" en silencio viéndolo directamente. Pensó en darle al angel un abrazo, pero la sola idea le sonrojó las mejillas, pues no tenía la suficiente confianza y terminó por estrecharle la mano a Anheru, el héroe de la iglesia en llamas.

El sonido del viento, parecido a un suspiro cansino era lo único que rompía el silencio, de allí en fuera bien podría ser la escena de una película muda. Mary, queriendo romper el hielo, sacó de su bolso un par de pequeños vasos de vidrio en forma de globo que contenían flan con caramelo, era un poco golosa, planeaba comerselos todos ella sola, pero con gusto obsequió uno de ellos al recién llegado y otro se lo ofrecería, después, al monje, habiéndose acercado a él de frente para que la notase.

—Buen día, ¿le gustaría un postre? Se lo regalo —le dijo Mary al hombre que anteriormente la habia entretenido de a gratis.

Posiblemente desconfiaría de ella, pero no pudo pensar una mejor manera para darle el dulce.