El orgullo de los guerreros, caballero y samurai [Pasado con Azael]

El color brillante del sake fluyendo hacia su boca desde la calabza gracias a los rayos luminicos del sol se sentía placentero, tras darle un trago observó el lejano pueblo al que se dirigía mientras con la zurda ponía el tapón al contenedor que traía aquella bebida, eran las últimas reservas que su padre le había preparado pues dicho alcohol no se podía probar en ningún lado de Britania, solo su padre por ser extranjero conocía la fórmula para prepararlo, la misma que intentaba aprender y mejorar su hijo en los ratos libres.

Tal parece que hoy será un día tranquilo... diría hablando para si mismo, colocándose dicho recipiente en el cinto de tela de su kimono, sus ropajes destacaban pues no era lo habitual en aquel país pues a pesar de haber nacido allí Utsuchi era un mestizo criado con las enseñanzas extranjeras, en pocas palabras a pesar de no haber mucha gente, los pocos aldenaos de las afueras que trabajaban el campo, no podían evitar mirarle pues no era lo normal esas vestimentas tan exóticas, los caballeros habituaban a vestir grandes armaduras y los nobles refinados atuendos y lo que el hombre de rasgado aspecto llevaba no era ni por asomo algo similar.

Sus pasos fueron con pies de plomo, una tranquilidad pasmosa disfrutando de aquel día pero sin perder el rumbo hacia el poblado, su objetivo allí era simple, había escuchado sobre el rumor de una banda criminal que saqueaba aquel lugar de manera asidua aprovechándose de ser uno de los lugares más olvidados del reino, este aprovecharía la situación para pulir su estilo de espada y de paso salvar unas cuantas vidas arrebatando otras, Utsuchi era humilde y sencillo por lo que no sería necesario hospedarse en ningún lugar, además era medio día por lo que seguramente los vándalos no atacarían hasta el anochecer, tenía unas cuantas horas antes de que el incidente surgiera, o eso creía él, al entrar observó lo rústico del sitio era bastante humilde, unas pocas casas y callejones, parecía un lugar que antaño fuera tranquilo, pero la gente le miraba con desconfianza posiblemente incitada por los numerosos atracos, no importaba, llegado el momento hablaría su espada y no él, era así como un samurai demostraba quien era...

Kaynes, un pueblo que se dice fue olvidado por las deidades hace mucho tiempo y no existen mayores atractivos turísticos que puedan atraer a nobles de otros reinos, aunque seguramente uno que otro hombre de recursos elevados tiene algún terreno en ese lugar, que se yo, una finca con terrenos de cultivos o una modesta morada donde ir a descansar en sus épocas de vacaciones y así alejarse un poco de la molesta ciudad, molesta civilización y molesta aglomeración de personas que van de un lado a otro sin importarles a quien chocan en su camino.

Un hombre de dinero solicitando ayuda de los Caballeros, un grupo de soldados que vistiendo de forma común, sin importar sus armaduras, viajan hasta el pueblo de Kaynes para investigar los robos, y obviamente por el camino comienza a separarse... algunos van a los campos, otros directamente a la morada del adinerado y un par hasta lo medular del pueblo, pero poco rato antes de llegar también se separan, es algo de ellos, hacer que no se conocen para no llamar la atención. ¿¡No llamar la atención!? Eso si que está difícil, pues si bien Azael no lleva armadura ni nada que le haga ver como un caballero, se carga un cuerpo de más de trecientos kilos y supera con facilidad los tres metros de altura... ya te imaginaras como se ve pasando al lado de las casas de pocos recursos en donde su techo es más bajo de lo normal, por primera vez se siente como un verdadero gigante.

Su entrada triunfal era realizada pasadas un par de horas del medio día y las personas no hacían más que mirarlo con impresión, algunos algo de miedo y otros como si se tratara de una verdadera amenaza... al parecer los forasteros definitivamente no son bien recibidos por los adultos, pero su caso sería diferente con los niños ya que la curiosidad les ganaría y un par de ellos se terminarían por acercar con duda en sus rostros -¡Hola pequeños!- El gigante caballero saludaba abriendo su diestra, entregando una enorme sonrisa y agachándose para poder verlos más de cerca -¿Han estado pasando cosas malas por este lugar?- Extendería con cuidado su brazo para dejar que los pequeños curiosearan tocándole los músculos al mismo tiempo que usaban su cabeza para dar una respuesta positiva a sus palabras -¿Hombres malos vienen seguido?- Las respuestas seguirían un camino de afirmación e incluso uno de los pequeños comenzaría a jalarlo del dedo mientras apuntaba al final del camino, ¿Será ahí donde están los malosos? o quizás un forastero a llegado hace poco y le quieren avisar sobre su llegada.

Los murmullos resonaban en el lugar incluso más que cuando el samurai entró en la ciudad, este alzó una ceja en gesto de pregunta interna, ¿Qué estaría levantando ese cuchicheo? ¿Habrían llegado ya los vándalos que estaba azotando aquel lugar?, Utsuchi salió del callejón observando en la distancia a un ser colosal, al menos era practicamente el doble que est en tamaño y su corpulencia física era más que obvia, en pocas palabras parecía un enorme caballero con una gran armadura, solo que esta eran sus músculos.

Unos pequeños señalaron directamente a Utsuchi, los jóvenes pensarían que este era uno de esos bandidos al llevar una vestimenta diferente, sin embargo a pesar de su tamaño si aquella mole iba buscando pelea, la iba a encontrar sin duda alguna, por lo que comenzó a caminar tranquilamente hasta que estuvo a unos pocos metros del colosal hombre, alzó la cabeza para mirar directamente a los ojos del tipo, se sentía como si una gran sombra estuviese frente a él. Utsuchi, cabo del reino de Danafor, exijo que te presentes. sentenciaría llevando su zurda hacia la zona de la espada para desenvainar velozmente en caso de ser necesario.

He oído rumores sobre criminales en esta región... por tu bien, espero que no seas uno. entonces tomaría la calabaza con la diestra, bebiéndose el resto del conteniendo y dejándola en el suelo, lo cierto es que las pintas de ambos no eran la de los típicos caballeros y era fácil para ellos pensar que el otro era el criminal, aunque por dentro Utsuchi quería poner a prueba al hombre aunque no fuera su enemigo, fue entonces cuando una explosión se escuchó al final del callejón...

Oh… los pequeños terminaron por señalar a un hombre de ropajes extraños, sin duda se trataría de un extranjero o alguien con ideas muy raras en su cabeza sobre como vestirse, pero venga, eso a Azael le termina dando exactamente igual ya que solo quiere saber si el hombre es o no una amenaza para el lugar. Frente a frente, los niños terminaban escondiéndose tras las enormes piernas del caballero y él por su parte llevaba la zurda a su barbilla mientras se inclinaba para ver más de cerca al enigmático hombre que se presentaba como caballero de Danafor.

-¿Cabo?- Ladearía su cabeza con algo de curiosidad y unos ojos que dejaban claras sus intenciones, tal parecía como si fueran los de alguien que no las tiene -Ciertamente- Haciendo un poco de caso omiso a la primera pregunta, se iba directamente a responder la segunda mientras seguía intrigado en el procedencia de ese caballero, más aun considerando que no lo había visto antes… de seguro se trata de alguien que fue enviado lejos de la ciudad real o que no gusta de pasar mucho en ella -¡Azael Spring, Caballe…- Por fin había decidido que el hombre no parecía ser una real amenaza y su presentación se veía interrumpida por una enorme explosión al final de la calle.

Oh… Los pequeños temblaban aferrados a las piernas de Azael, quien se agachaba junto a ellos y les acariciaba la cabeza al mismo tiempo que les regalaba una calidad sonrisa -Aléjense de las explosiones y vayan a un lugar seguro, ¿Vale?- Aun temblando asentían con la cabeza para luego comenzar a correr como si sus vidas dependieran de ello -Pequeños… algún día tendré los míos- Intrigante, a pesar de las explosiones y gritos de algunas personas, Azael no hacía más que sonreír y elevar su diestra hacía el cielo… pues mira que si te quedaste a esperarlo podrás ver como una especie de “portal” se abre sobre él y termina cayendo un enorme martillo de bronce que pone sobre su hombro derecho… ahora si está listo para ir por esos bandidos.

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