¿Muy pequeño para ser un demonio y muy dotada para ser un hada? || Pasado - Pride

Ordan, ya te digo, si es que esta hada en algún momento tenía que llegar a descansar era justo ahora, o algo así, que vamos, estar en aquel reino siempre le deja una sensación extraña, una de como si presintiera en distintos lugares de Danafor que su amado Elan se encontraba por ahí vagando, o puede ser que simplemente comenzaba a quedar loca, la verdad no tengo mucha idea, pero es lo que tenemos hoy en día con el hada albina en busca de su amado renacido.

Ordan era un lugar sumamente especial para Giulietta, en más de una ocasión le encantaba visitarlo, siempre había mucho viento y eso le encantaba, además que recordaba cuando Elan se burlaba de ella por el cómo el viento le dejaba toda enredada su larga cabellera, era el mejor lugar para vacacionar según ella misma, y todo por la simple y sencilla paz que en muchísimas ocasiones se podía respirar en el lugar, en todos sus años no ha conocido a algún dios por ahí cerca, igual, tampoco es como que por dios o alguien del clan de las diosas, sepamos que van por la vida de un lado al otro exhibiéndose como si nada con las alas a plena vista, ni que fueran hadas.

Caminaba tranquila por el lugar, disfrutando del viento, la brisa, toda llena de una alegría inexplicable, pero al mismo tiempo mezclada con una melancolía que dios… era tan densa esa aura que hasta te podría hacer sentir mal de lo cargado que era el ambiente próximo a la pequeña hada. -Elan…- Suspiraba sonoramente tras susurrar aquel nombre que el viento se llevaba mientras continuaba con su andar hasta detenerse a una distancia prudente de un molino de viento, ahí se quedaba contemplándolo, viendo cómo este se movía gracias a todo el viento y luego veía pasar un cometa volando hasta atorarse con una aspa del molino, unos niños próximos lloraban al ver aquello, ¿piensas que el hada les ayudaría? No cuentes con ello, solamente veía todo desde la distancia, además, en algún puto por mera fuerza de gravedad y ángulo, el cometa caería al suelo, así que esos niños no tenían absolutamente nada de qué preocuparse y Giulietta lo sabía muy bien.

 
 
 

En aquel punto se podía decir que contemplaba la existencia del cangrejo, solo veía a los niños llorar, quejarse y tal en lo que su modo de diversión se mantenía aún atrapado en el molino… la hada simplemente pensaba que debían dejar de llorar, culparse unos a otros y esperar, o en su defecto, buscar la forma de lograr obtener su cometa, notaba a otro niño, un tanto más retraído del resto, mirando desde la distancia, ¿sería el dueño del juguete? Lo dudaba, pero lo lograba ver, por otro lado, había un niño intrépido que se comenzaba a trepar por la veleta más baja del molino con ayuda de una carreta vieja que estaba ahí cerca, esto sin lugar a dudas dejó desconcertada a la hada, sin mencionar que preocupada.

El chiquillo era realmente rápido y bueno para trepar, una lástima que para cuando ya se encontraba próximo a quedar la veleta completamente vertical, el cometa ya había caído al piso y ahora el niño se encontraba en peligro, ¿la albina dejaría que el niño cayese y se, posiblemente muriera? No lo sé, la verdad lo dudo, si bien Giulietta ya no era precisamente del tipo de persona que va ayudando al prójimo así como así, tampoco era lo suficiente perra desalmada como para dejar morir a un inocente de buenas a primeras tal cual iba a pasar con el pequeño que sin siquiera ponerse a pensar en las posibles y atroces consecuencias, ya comenzaba a gritar por auxilio pues por la posición, cada vez estaba agarrándose con más y más fuerza de la punta de la veleta para no resbalarse para abajo.

¿Desplegaría sus alas y comenzaría a volar? Los niños en el suelo se encontraban realmente alterados porque su amigo estaba en un verdadero peligro, aunque la hada notaba que el que se encontraba más a la distancia, parecía continuar sin inmutarse, por otro lado, no dudaría más, aunque realmente, no es que como que hubiera dudado en algún momento, desde el instante en que había visto al niño treparse en las aspas del molino, sabía cuál sería el desenlace y tal cual, del cuerpo de la albina comenzaría a sentirse el frío, una ventisca y la nieve que iba inmersa en esta se creaba en el aire, se movía con velocidad hasta llegar al niño y lo tomaba, o algo así, la verdad es que le hacía un tipo de “cama” para que se trepara y así pudiera bajar, seguramente se iba a terminar enfermando por estar en contacto directo con la nieve tan fría, pero bueno, preferible una simple gripa a tener un hueso roto y terminar de tajo con su vida, así sería como lograría bajar y aferrarse frío y llorando a sus amigos para luego ir corriendo de vuelta a sus hogares, pero, ¿Por qué el niño pelinegro no volvía con ellos? De hecho, los demás lo habían ignorado, ¿será que no se llevaban bien? No sabía, pero tampoco iba a preguntar, solo se quedaba ahí viéndolo esperando que hiciera algún movimiento.

¿Qué era lo que se hacía? Pues bueno, los niños se habían ido y atrás solo quedaba el pelinegro al cual la hada albina veía sin poder dejar de preguntarse qué era lo que hacía o porque permanecía ahí ¿de verdad no era tan amigo de los otros? Le parecía aquello un tanto extraño, aunque capaz y era el típico niño que no consigue llevarse bien con el resto y es el principal blanco (por no decir único) de las bromas y agresiones de los otros niños para con él, sí, sin lugar a dudas la hada albina pensaba que aquello tenía que ser, de lo contrario, no encontraba otro motivo, quiero decir, si me dijeras que iba con sus padres y algún tipo de equipaje, Giulietta podría llegar a creer que únicamente estaban de viaje, pasando por el lugar sin más, pero al verlo solo ahí sin equipaje ni nada, de lo más tranquilo y casual posible, eso era lo único que le daba la idea de que era un niño residente del lugar y que por algo debería estar pasando.

No estaba realmente segura de sí ignorarlo o simplemente ir y hablarle, lo dudaba, ya no era del tipo de personas que gustaran de ayudar a los demás y simplemente vivía con eso sin interferir en las vidas ajenas más allá del realizar misiones para obviamente mejorar las vidas de los demás, pero porque literalmente era su deber; no obstante, en este caso no había nada que le hiciera querer hablar con el contrario, además, ¿qué se suponía que le dijera? Un “Oye, ¿tus amigos te tratan mal siempre? ¿Has intentado decirles a tus papás de esto? Ellos te pueden ayudar.” ¡Claramente no!, Quiero decir, ¿te imaginas a una completa extraña desconocida que se acerca a ti sin saber tú qué quiere contigo y de la nada te empieza a soltar todo eso? No sé tú, pero al menos a mí me daría un tanto de miedo y mal rollo.

Como sea, simplemente comenzaba a avanzar siguiendo su dirección, avanzó tranquila mientras el fuerte viento hacía mover su ropa y su cabello, el sombrero que traía consigo comenzaba a ser sacudido y por tardarse en reaccionar y sujetarlo, dicho sombrero saldría volando sin más, este, de forma curiosa y casi como si se tratase de una broma de la vida, había ido a dar justo a la cabeza del niño pelinegro como si por voluntad propia se lo hubiera querido poner, eso solo hacía que la hada no supiera ni qué pensar y se acercara un poco más al niño, aunque de momento no mencionaba palabra alguna.

La joven albina se encontraba ahí, justo de pie a pocos metros de aquel chico pelinegro, mientras de fondo se podría llegar a  escuchar algunos que otros ruidos de niños gritando, corriendo, saltando, entre otros más, al final de cuentas, eran niños jugando y era eso lo que se escuchaban, sus ruidos, palabras alegres y risas más que nada, pero mientras eso ocurría, la albina veía al niño que parecía no encajar entre el resto, notaba cómo tomaba su sombrero luego de que este se había posado sobre su cabeza y simplemente lo contemplaba un rato, aunque tal vez, más que contemplar, era como una especie de análisis para intentar descifrar por qué no era que jugaba con el resto.

Fue en aquel momento cuando escuchó por primera vez la voz tan misteriosa de aquel niño, la pequeña hada simplemente parpadeó y asistió con la cabeza vagamente, afirmaba que aquel objeto era suyo. -¿Me lo podrías regresar?- Preguntaba con toda calma sin inmutarse en lo más mínimo, solamente levantaba su brazo para adelante y extendía la mano diestra dando a entender de esa forma su misma pregunta, que quería que le regresaran su pertenencia, después de todo, la albina nunca lo diría, pero esa era una posesión importante, hacía más de cien años que su amado Elan se lo había regalado, imposible para ella era pensar que podría llegar a perderlo luego de tantos años, y mucho menos a manos de un niño como aquel.

Sin embargo, la vista azul del hada se notó un tanto perturbada, las palabras siguientes del pequeño la desconcertaban un poco y la dejaban en sobre aviso, por lo mismo, si antes había dado un par de pasos al frente para que fuera más fácil el  recuperar su sombrero, ahora se volvía a alejar la misma cantidad de pasos desconfiando del chico. -¿Qué sabes tú de los de mi clan?- Preguntaría sin más, ahora era cuando se notaba realmente que desconfiaba, pero era normal, por lo general, desconfiaba de todos, y bueno, no era tampoco como que me dijeras que era imposible de saber que era un hada por las alas y el aura, pero aun así, le intrigaba y la ponía en sobre alerta que un niño como aquel lo supiera.