¿La nieve endemoniada o el demonio de las nieves? || Pasado - Libre

Ivanloake, un bonito lugar, todo muy… ¿marítimo? Pues sí, la verdad era que sí, eso era estúpidamente innegable,  la ciudad tenía su bella y hermosa costa, se mantenía por el comercio y la pesca y estaba muy apartado del bosque del rey hada, entonces ¿qué hacía ahí? Pues fácil, una misión, estaba en ese hermoso y bello lugar solo de paso por una misión… una misión que sinceramente mucha gracia no le hacía a la chica.

Sol, arena y playa, era sin lugar a dudas la descripción perfecta y justa del verano vivido en su máximo esplendor, y ahí estaba Giulietta, parada como si nada cerca de una embarcación, ¿qué hacía ahí? Pues, el barco se había roto, con mucha suerte habían logrado llegar a tierra y toda la pesca se les estaba yendo al carajo, ¿sabes qué era lo que necesitaban? Buscar la forma de congelarla prontamente, y adivina ¿quién es un congelador andante? ¡Exacto! Giulietta cumplía, o al menos cumpliría con dicha función.

Ahí estaba, manipulando una gran cantidad de nieve para que la pesca no se echara a perder, congelando y evitando malos olores, era perfecto para el propósito, aunque eso no evitaba que ella se sintiera más utilizada que nunca en su vida, la cara de pocos amigos era tremenda, casi estaba de que bastaba con simplemente respirar a 20 metros de ella, para que quisiera matarte, así como así. Una vez que terminó de congelar la pesca que desembarcaban, parecía que todo terminaría, pero no, la gente aprovechada le pediría que congelara los productos de todos los demás establecimientos, alegaban que todo eso era en parte conjunto de la misión principal, a lo que sinceramente le molestaba mucho más y simplemente les hacía que una increíble cantidad de nieve les cayera sobre absolutamente todos los puestos que vendían peces y mariscos quedando sepultados, entonces se escuchaban ahora quejas y reclamos para la hada de la nieve a los cuales solo amenazaba con flechas de nieve y se iba.

¿A dónde fue? Al agua, esta era realmente muy calientita y el estar usando durante un prolongado tiempo su especialidad le había hecho comenzar a congelar, por ese motivo es que necesitaba del calor del agua, para ir descongelándose, así que, si pasabas por un lugar lejano en aquella larga y bella playa, podrías ver a la orilla de la playa a una pequeña y albina hada, tan blanca como la nieve, y, literalmente, igual de fría que la nieve, o al menos por este momento así era, remojando su pequeño cuerpo con delicadeza en el mar.

Mudarse puede ser algo complejo, bueno no era como tal mudarse, era explorar un nuevo ambiente, conocer Camelot era algo emocionante, y claro Noah tenía permiso de sus padres, de hecho lo alentaban a que viajara cuanto pudiera, conocer, explorar y aprender son las más grandes experiencias que puede tener una persona a lo largo de su vida, o eso dicen ellos, pero claro como todo padre tenían sus preocupaciones ya que Camelot es bastante grande y puede ser abrumador, pero confiaban en él.

¿Cuál sería un buen lugar para empezar? La costa parecía buena opción, el aire salado del mar y la playa era un gran atrayente turístico y el lugar que cumplía esas condiciones era Ivanloake. Tras un corto viaje, su destina había alcanzado, y lo primero que vio fueron algunos pelicanos quienes se alejaban.

Caminando en la arena observaba el ambiente con una sonrisa casi tonta, estaba maravillado por lo que veía, realmente era la expresión más pura de lo que uno imagina al pensar en verano, aunque había algo diferente, de pronto un pequeño copo de nieve cayo en la punta de su nariz para luego evaporarse unos instantes después –Eso fue… - poco a poco más pocos caían, era casi un evento milagroso para él, no era posible que apareciera nueve en pleno sol y en la playa así como así, aunque parecían venir de algún lugar cercano ya que solo parecían caer en un área reducida. Noah siguió cada copo atrapando uno que otro con la lengua, a medida que se acerca, la cantidad de copos aumenta y la temperatura del ambiente cambiaba; cual niño pequeño siguió los copos de nieve hasta que vio una mujer en el agua y encima de ella se podía ver la mayor concentración de copos de nieve. Sin pena alguna se acercó para preguntar - ¿Tu eres la que causa la nieve? – observaba a la joven con los ojos brillantes cual estrellas, tenía curiosidad y algo de emoción por encontrarse con algo tan único tan rápido

Un hada, un demonio, una diosa, un ente, inclusive conocida en ocasiones como, literal, “la mujer de las nieves”, así era como siempre se podrían encontrar a varias personas que se refirieran a la albina hada debido a su especialidad sobre todo cuando en determinados momentos, la nieve no dejaba de salir, aunque era motivo por el estar “descongelándose” cada que llegaba a su límite, por lo mismo es que, lo más probable era que se pudieran ver a las personas alejarse o acercarse de la pequeña hada de acuerdo al lugar o momento determinados, ya fuera que se acercaran por la curiosidad de saber qué fenómeno era quien causaba el nevar de la nada, o se alejaran por el temor a que pudieran ser malditos por algún tipo de demonio extraño, por lo mismo es que la gente iba o venía siempre cerca de su entorno cuando se “descongelaba”.

En lo que se encontraba disfrutando del poder sentir el calor del agua, parecía que una vez más correría su vida con el alguien se acerca o alguien se acerca y por lo visto, todo apuntaba a que iba a ganar el que alguien se acercase y así sería, la voz de un chico la alertaría girándose un poco para ver a aquella persona, un chico de apariencia sin lugar a dudas muy únicas. -Supongo…- Se limitaba simplemente a responder la pregunta logrando notar aquel brillo e ilusión que poseía el desconocido por el saber respecto a la nieve, cosa que le hacía preguntarse el motivo internamente, ¿tan extraño era aquello? Claramente, aunque tampoco era como se lo pensara mucho, después de todo, ya estaba más que acostumbrada a que ese tipo de cosas pasase, no era la primera vez y seguramente no iba a ser la última que aquello pasara así que simplemente se limitaba a esperar si el contrario le diría algo más o no.

La nieve aun caía, pero varios copos se evaporaban antes de tocar la arena, y la temperatura era bastante fresca cerca de ella, incluso podía decir que sentía algo de frio, detallándola podía observar partes de su cuerpo como sus brazos, estaban cubierta por una capa de escarcha, como si se hubiera congelado, pero con el agua poco a poco la capa de escarcha desaparecía.

Noah era extraño en sí mismo, aparentaba ser muy ingenuo y curioso, para la edad que tiene a veces actúa con la ilusión de un niño pequeño, como en este caso junto la dama que se calentaba en el agua del mar, le resultaba bastante increíble el fenómeno climático único frente a sus ojos, sin embargo  la joven no parecía estar de muy buen humor, y Noah al darse cuenta de esto se sintió el deseo de ayudarle a mejorar sus ánimos aunque ni la conocía.

Extendió sus dedos para abrir la palma de su mano atrapando uno de los cupos de nieve quedándose un momento pensativo con una sonrisa tonta - ¡Es increíble! Tener la capacidad de crear nieve incluso en una playa a plena luz del día, debe ser genial, tener un poder tan especial – dijo con una gran sonrisa – Pero no creo que funcione bien,  si estas triste -  la miro indiferentemente si ella le ignorara o no, he iniciaría un entonado canto, una breve canción pero que reflejaba su intensión - ♪ ¿Qué puedo hacer, por ti?♪ ♫¿Qué puedo hacer que nadie hará, por ti?♫ ♪¿Qué puedo hacer…. por ti? ♪- con un tono pausado y una voz suave completo su corta melodía esperando una respuesta de la joven. Parece un tanto tonto que le cante a una desconocida solo con el objetivo de saber cómo ayudarle, pudo decirle y ya, pero hay que admitir que hacerlo de una manera melodiosa suele volver las palabras más fáciles de asimilar y puede resultar más amigables viniendo de un extraño, de igual forma ya quedaba de parte de la joven si lo ignoraba, le pedía que se fuera o si por el contrario decidía responder a su pregunta y abrirse ante aquel chico.